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VITORIA: Dos objeciones: A) en una situación en la que alguien...

Dos objeciones:

A) en una situación en la que alguien mata a cualquier hora y en cualquier momento e impone el terror a una parte de la población no caben más que dos posicionamientos: a favor o en contra de quien mata, y de todo su complejo, no hay término medio. Al menos moralmente. Y yo creí que estaba hablando con gente que se siente iglesia, para quien la moral es algo más que “conflicto político”.

B) Toda violencia es condenable, pero no de igual modo, señores, ni toda violencia es equiparable. “Teólogos” tan eximios y sutiles como los mismos cuatro monseñores vascos, serian capaces de distinguirlo. Pero para ello habrían de utilizar, no sus conceptos morales, sino los conceptos democrático- profanos que nos hemos dado dificultosamente el resto de los humanos en los países civilizados, que distinguen entre verdugos y víctimas y conocer lo que se llama estado de derecho. Y eso, después de haberla leído detenidamente, la Carta no lo hace.

Cuarto. “Títulos que aparecen en esta carta como: “No todo vale contra el terrorismo” o “Distinguir nacionalismo y terrorismo” son reflejo de lo que muchos vascos y vascas pensamos y sentimos.”

Nadie lo duda. Pero esa es justamente la gran debilidad de esta Carta que se dice Pastoral (o quizá por eso), la de ser reflejo de lo que piensan muchos vascos. Pero no todos, que no son minoría exigua. Se me ocurren dos preguntas: ¿quién ha soldado tan solidamente en tantos esa doctrina de la equidistancia, de la neutralidad, ni con unos ni con otros, de “toda” violencia, como si no hubiera una clara línea divisoria en el país vasco, etc. ¿Quién ha imbuido a esos muchos una doctrina tan compacta y tan contraria a toda evidencia de sentido común?

Segunda pregunta ¿Cómo es que la Iglesia toma partido por unos contra otros en esa tierra, traicionando su vocación de representar a todos sus fieles, de unirlos? Y no solo por escrito como aquí, sino , lo que es peor, en buena parte de su practica pastoral, cuando durante tanto tiempo la iglesia vasca ha privado a los asesinados por ETA de su condición de cristianos, negándoles los oficios religiosos en sus parroquias?

Finalmente, si el 10º punto del manifiesto de “Somos Iglesia” , “Por una Iglesia renovada tras el año jubilar” pide seriamente “una Iglesia abierta a trabajar con personas y grupos sociales diversos que, aún partiendo de concepciones diversas, nos encontramos en la lucha por la justicia social, la paz y la libertad para todos los seres humanos” incluidos – añado yo - los vascos que no se sienten reflejados en la Carta Pastoral, que son los que no tienen ni paz, ni libertad, creo que no se puede decir que los obispos hayan aportado en esa Carta un granito de arena a este deseo sino por el contrario han agrandado la sima entre las dos Euzkadi y han creado graves problemas de conciencia en el resto de la Iglesia. Me temo que no es esta la percepción de muchos vascos.