En esa foto que vemos, cuando yo era txikitin, íbamos a jugar a esa vieja estación del tranvía San Sebastián-Hernani. No había casi ni escaleras, estaba todo semiderruido, pero no aparecía nadie y era algo así como un territorio propio. Le llamábamos "la casa encantada". La verdad es que ahora la veo y tengo que reconocer que muchos ángeles de la guarda nos libraron de mayores. A su izquierda están las escuelas Viteri y a su derecha la entrada de la casa en la que vivió la familia Setién, los padres de de. José María Setién luego Obispo de San Sebastián. En los bajos de las escuelas, al comienzo, estaba el servicio municipal de agua y luz con Pepe Zubiría al frente y Shanti Liceaga, Cesáreo y otros. Los electricistas y telefonistas nos asombraban cuando se calzaban unos amarres para clavarlos en los postes de madera y así llegar a lo alto de los postes a revisar o reparar las líneas. Mas al fondo había un gimnasio en el que aspirantes a gimnastas y boxeadores entrenaban a las órdenes de Jacinto Santín.
Por las vías funcionaba el tranvía en el que un tropel de crios iba al colegio de La Salle en Loiola y en los furgones las caseras con sus cestos y marmitas llevaban el fruto de sus duros trabajos a venderlos en los mercados de San Sebastián.
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Por las vías funcionaba el tranvía en el que un tropel de crios iba al colegio de La Salle en Loiola y en los furgones las caseras con sus cestos y marmitas llevaban el fruto de sus duros trabajos a venderlos en los mercados de San Sebastián.
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