La basílica, clara referencia de
arquitectura barroca, empezó a construirse en el S. XVII y fue inaugurada en 1738, en honor a
san Ignacio. Este imponente templo, fue diseñado por el arquitecto italiano Carlo Fontana, discípulo de Bernini, a modo de un pequeño Vaticano, y fue realizado por los maestros vascos Zaldua, Lecuna e Ignacio Ibero, Fiel a este estilo, presenta una planta circular rematada por una majestuosa
cúpula y una airosa linterna. El
altar mayor de estilo churrisqueresco, alberga en su centro y desde 1758 la
estatua de plata de San Ignacio.