Es un
puente románico del S. XIII, y es el testimonio más antiguo del
pueblo amurallado, convirtiéndose en el
monumento más emblemático del pueblo.
El puente se asienta en
roca lo que le da una gran estabilidad. Tiene tres
arcos de medio punto, siendo el central muy elevado, lo que resulta incómodo para el acarreo de mercancías.
Supuso el único punto de paso del tráfico entre la costa atlántica y Castilla.
Sobre uno de los tajamares de proa del Puente Viejo, se alza la torreta, trazada sobre una base rectangular.