AQUEL HOMBRE SOÑABA
Era el año de 1999, y aquel hombre castellano soñaba con los novillos de su pueblo, pensaba ver los toros de cerca y correr por las calles, delante de dichas fieras, todo lo tenía planificado, desde su lugar de trabajo que era Baracaldo, y faltando tan solo tres días para dichas fiestas, la salud le dijo que no podía irse de Vascongadas. Un dolor en el pecho le hizo entrar en urgencias en el Hospital de Cruces de Baracaldo, era un infarto peligroso, los médicos trataron de salvarle la vida, y durante varios días aguanto aquel ritmo de vida casi en coma, el hombre en sus sueños veía correr los novillos detrás de él, y al público ¡gritando que te coje que te coje ¡Era como si estuviera viendo aquellos encierros tan animados, donde muchas personas se sienten en peligro constante, el hombre ya con sus años encima, le animaba aquel peligro que desde niño había vivido, Eran unas fiestas que le daban alegría a su forma de vivir, se pasaba parte del año pensando en ir a su tierra de nacimiento, a recordar sus travesuras allí, Más aquel año de finales de siglo, parecía ser imposible el estar allí entre viejos amigos y vecinos. Su corazón no terminaba de arreglarse, y estando lleno de cables y demás aparatos para mantenerle con vida, notó que su vida se terminaba, y dando un respiro grande dejo de existir. Su familia quería enterrarle, pero parece que su testamento era la incineración, cosa que llevaron en silencio, y a los pocos días de acabados los novillos, las cenizas eran echadas alrededor de la Ermita de San Roque, “FARO DE LA SECA”. Con la sola presencia de su viuda y resto de familia, Nadie en la Villa tuvo conciencia de tal acto, ya que el entorno de aquel hombre mantuvo su silencio, y la tierra que le vio nacer y crecer le dio reposo y acogida. Tan solo sus amigos y vecinos de Baracaldo supieron de su marcha para la eternidad, era lo normal cuando una persona se marcha de su tierra a la fuerza, para vivir dignamente, que se le de acogida para siempre. G X Cantalapiedra.
Era el año de 1999, y aquel hombre castellano soñaba con los novillos de su pueblo, pensaba ver los toros de cerca y correr por las calles, delante de dichas fieras, todo lo tenía planificado, desde su lugar de trabajo que era Baracaldo, y faltando tan solo tres días para dichas fiestas, la salud le dijo que no podía irse de Vascongadas. Un dolor en el pecho le hizo entrar en urgencias en el Hospital de Cruces de Baracaldo, era un infarto peligroso, los médicos trataron de salvarle la vida, y durante varios días aguanto aquel ritmo de vida casi en coma, el hombre en sus sueños veía correr los novillos detrás de él, y al público ¡gritando que te coje que te coje ¡Era como si estuviera viendo aquellos encierros tan animados, donde muchas personas se sienten en peligro constante, el hombre ya con sus años encima, le animaba aquel peligro que desde niño había vivido, Eran unas fiestas que le daban alegría a su forma de vivir, se pasaba parte del año pensando en ir a su tierra de nacimiento, a recordar sus travesuras allí, Más aquel año de finales de siglo, parecía ser imposible el estar allí entre viejos amigos y vecinos. Su corazón no terminaba de arreglarse, y estando lleno de cables y demás aparatos para mantenerle con vida, notó que su vida se terminaba, y dando un respiro grande dejo de existir. Su familia quería enterrarle, pero parece que su testamento era la incineración, cosa que llevaron en silencio, y a los pocos días de acabados los novillos, las cenizas eran echadas alrededor de la Ermita de San Roque, “FARO DE LA SECA”. Con la sola presencia de su viuda y resto de familia, Nadie en la Villa tuvo conciencia de tal acto, ya que el entorno de aquel hombre mantuvo su silencio, y la tierra que le vio nacer y crecer le dio reposo y acogida. Tan solo sus amigos y vecinos de Baracaldo supieron de su marcha para la eternidad, era lo normal cuando una persona se marcha de su tierra a la fuerza, para vivir dignamente, que se le de acogida para siempre. G X Cantalapiedra.