BERMEO: La noticia documental más antigua de Bermeo es la consignada...

La noticia documental más antigua de Bermeo es la consignada en la donación que hicieron el primer Señor de Vizcaya, de. Iñigo López "Ezquerra" y su esposa Dña. Toda, de heredades en San Juan de Gaztelugatxe, Bakio y Bermeo al Monasterio de San Juan de la Peña. Años más tarde, en 1.082, vuelve a citarse el nombre de Bermeo en la donación que hicieron de. Lope Iñiguez, segundo señor, y su esposa Dña. Tecla, al Monasterio de San Millán de la Cogolla, de la iglesia de "Sancti Michaelis Arcangelis in Portu de Vermelio in ora maris"(Ermita de San Miguel). Estos documentos hablan de la antigüedad de Bermeo, aunque podría remontarse a épocas muy anteriores.

Le dio Fuero de Logroño y Título de Villa de. Lope Diaz de Haro, Señor de Vizcaya, y aunque el documento no tenia fecha, sin duda fue expedido el año 1.239. El Rey de. Alfonso El Sabio hallándose en el cerco del castillo de Unzueta del Valle de Orozco, el 12 de Agosto de 1.277 confirmó este privilegio. Posteriormente, el 18 de Marzo de 1.285, el octavo Señor de Vizcaya de. Lope Diaz de Haro amplió y mejoró sus términos. Lo mismo hizo el Conde de Vizcaya, de. Tello, por privilegio expedido el 25 de Abril de 1.366.


Varios reyes castellanos confirmaron los Fueros y Privilegios de la Villa en la Iglesia Juradera de Santa Eufemia. Entre ellos de. Fernando el Católico el 31 de Julio de 1.476, quien otorgó también a Bermeo la titulación de "Cabeza de Vizcaya" por privilegio expedido en dicha fecha. Esta distinción la ha venido ostentando con toda legitimidad y merecimiento hasta el año 1.602, en el que le fue arrebatada tras duro y largo pleito interpuesto por los próceres que gobernaban Bilbao y otras instituciones de Vizcaya, que no se resignaron a que, ni siquiera de forma simbólica, siguiera nuestra Villa ostentando tal distinción.


No obstante, la primacía que vino manteniendo Bermeo en relación con las demás Villas y Anteiglesias se traduce en el hecho de que en las Juntas Generales tenía el primer voto y asiento, y cuando hablaban sus procuradores solían descubrir sus cabezas los demás que se encontraban en la Junta. Actualmente, la cabeza barbuda de anciano que figura como una de las armas de su escudo heráldico, patentiza y perpetúa con toda justicia el arrebatado titulo.


La importancia que tuvo Bermeo se puede colegir de los numerosos privilegios y exenciones que alcanzó de los Señores y de los Reyes. Desafortunadamente los diversos incendios que padeció la Villa destruyeron todos ellos, si bien se conoce perfectamente su enumeración y sus fechas de otorgamiento. Ello muestra el prestigio que mantuvo la Villa y el favor que en todo momento tuvo.


Las peleas de los banderizos bizkainos turbaron la vida de Bermeo durante el siglo XV y juntamente con los incendios que había sufrido en siglos anteriores (concretamente en los años 1.297, 1.347, 1.360 y 1.422) arruinaron Bermeo e hicieron que su población disminuyera continuamente. Por otra parte, la fundación de la Villa de Bilbao en el año 1.300 contribuyó notablemente a la decadencia de Bermeo.


Más adelante, nuevos incendios, uno de ellos el del año 1.504 afectando a toda la Villa, asestaron buenos golpes de desdicha y desolación, haciendo peligrar incluso su propia supervivencia.


A pesar de los padecimientos sufridos, Bermeo, durante el siglo XVI, mantuvo su prestigio, de lo que dan fe, por ejemplo, la ratificación de las Ordenanzas de la Cofradía de Pescadores el 7 de Abril de 1.527; la confirmación por el Rey Carlos V de anteriores Privilegios en el sentido de que "ni los vecinos de Bermeo, ni sus mercancías, ni extranjero que viniese a Bermeo con sus mercancías, fuese prendido si no es por deuda propia o por fianza", dado en Madrid el 10 de Marzo de 1.546; el jubileo concedido al Convento de San Francisco por el Papa Paul IV por bula fechada el año 1.563, etc.


No obstante, Bermeo ostenta durante todo el siglo XVI, a despecho de su adversa suerte, una dualidad "pesca - comercio" y mantiene la mayor y mejor flota pesquera de toda España, al tiempo que sus buques mercantes continúan la vieja rivalidad secular con el puerto de Bilbao.


El siglo XVIII marca para Bermeo una etapa de franco florecimiento, debido, fundamentalmente, al desarrollo paulatino de la actividad pesquera, que hasta entonces la venia simultaneando con la del comercio. Reanuda, su dedicación a la pesca y con ella se inicia también un periodo de una importante actividad constructiva en muelles, calles, edificios, arroyos, escolleras, etc., lo que produce un apreciable desarrollo urbano y un considerable aumento de su población, así como una masiva implantación de "talleres u oficinas de salar pescado" e industrias auxiliares de la pesca, como la construcción naval, con sus carpinteros de ribera y calafates.


Tras nuevas convulsiones provocadas por la invasión napoleónica y las guerras carlistas, hacia el año 1.872 experimenta Bermeo un extraordinario e importante auge, con una floreciente situación económica motivada por las importantes capturas de pesca. Ello permitió emprender importantes obras de infraestructuras y de construcción de edificios y de servicios públicos, muchos de los cuales han llegado hasta nuestros días. La reconstrucción de la Casa Consistorial, el antiguo matadero, la Iglesia de Santa María son de esa época. Se convierte así, después de Bilbao, en la localidad bizkaina más poblada y en mejor estado económico.


Ya en nuestro siglo, Bermeo se lanzó al mar con mayor ímpetu que nunca, acogiéndose a todos los avances tecnológicos, llegando con ello a una extraordinaria situación de florecimiento y manteniéndose en la vanguardia de las flotas pesqueras de bajura. Posee también una importantísima flota de altura, así como una extraordinaria estructuración industrial pesquera.


Su pintoresco puerto, su acogedor casco viejo, sus pequeñas "calas" para el baño, su típica cocina surtida de pescados frescos y bien condimentados, sus excelentes condiciones climatológicas de inviernos suaves y veranos no muy calurosos, hacen de Bermeo uno de los lugares turísticos más apacibles y de mayor atractivo de Vizcaya, en el que late, además, la vida de un pueblo cargado de profundas y arraigadas tradiciones pesqueras.