La envoltura de 33.000
placas de titanio del
edificio de Frank Gehry se ha convertido en el símbolo del llamado efecto Guggenheim, un modelo que devino global de regeneración urbanística con coartada cultural. Gehry, el arquitecto, y la actriz Marilyn Monroe no se conocieron, pero compartieron psicólogo. Por eso, en la visión del crítico de
arquitectura Herbert Muschamp, el edificio sería “un
santuario de la asociación libre”: “es un pájaro, es un avión, es Supermán, es un
barco, una alcachofa, el milagro de la rosa”.