HISTORIA. Afirman algunos haberse fundado esta pobl. cuando empezaron a erigirse los estados indígenas que llegaron a redondear la conquista de la Península contra el poder agareno; pero esta aserción parece ser puramente voluntaria, pues fallando todo documento que la pudiera apoyar, carece asimismo hasta de probabilidades. En este país que tan poco conoció el poder del Islam, si no fué para enviar contra él sus armas; sufriendo transitoriamente de modo no calificable de conquista, no es tan admisible decir que las pobl. de que no se conserva memoria anterior fueron establecidas en aquella época, equivocando sin duda la reedificación con la edificación, pues no fué tiempo en que se erigiesen con facilidad nuevas, cuando se podía despojar de sus hab. las que existían, como sucede en aquellas prov. que dominadas por siglos se ganaron por los estados que erigidos en las
montañas y dueños del porvenir como del origen de los r., se derramaron al par de estos por las llanuras, negándolas con sangre hasta redondear la conquista de
España. Los
pueblos que en el mediodía de este se presentan sin recuerdos anteriores a aquella dominación, ofreciendo nombres introducidos por las diferentes naciones que entonces la inundaron, o que corresponden al principio que en la conquista de los cristianos dictaban los nombres que se iban estableciendo, cuando no se conservaban los antiguos, con la adulteración propia del idioma que con aquella irrupción extranjera acababa de recibir sus últimos elementos, constituyéndole ya otros innumerables tomados en semejantes circunstancias, pueden sin repugnancia ser calificados de fundaciones de la dominación agarena. Debieron serlo muchos, ya porque las numerosas tribus que cruzaron el estrecho en diferentes ocasiones, encontrasen localidades despobladas que les convidasen a establecer en ellos, ya porque los cristianos echados de sus domicilios, ora en la misma invasión por la resistencia que hicieran, mereciendo el rigor de los conquistadores, ora por los disturbios que hubieron de agitar pronto aquellas pobl. mismas, que sometiéndose sin oposición no hicieron más que recibir en su seno algún número de extranjeros, y sobre sí ciertos tributos, fueron muchas veces obligados a trasladar su domicilio a donde ya que sufriesen igualmente el peso de los tributos, pudiesen al menos disfrutar con la posible tranquilidad los derechos que la benignidad de los emires les habia otorgado. Una pobl. que aparece en este país, sin que conste de su origen y con nombre tan propio de su nomenclatura geométrica con poca razón se atribuiría a aquella época. Pero mucho menos autorizados han estado otros para decir que fué fundado hacia el año 1297 constando mucho más allá de su existencia.
Alternaba
Durango con Tolosa para la
reunión de las juntas de prov. Fué en algún tiempo cab. de condado, al parecer separado del sen. de
Vizcaya. Su conde D. Sancho Estiquez Ortuñez murió en la batalla que dieron los vizcaínos, mandados por D. Lope Zuria, á Ordoño hijo de Alonso el Magno. Este Zuria casó con una hija del conde Sancho. Aun en el año 1051 García, rey de
Navarra, bajo cuya protección estaban este condado y el sen. de Vizcaya, hace distintamente mención de ambos. El conde de Durango, Munio Sánchez y su mujer, la condesa Legundia, hicieron donación de varios
campos,
montes y
fuentes al monast. llamado Monasteriobarria, en 1053, cuya donación fué confirmada por el mismo rey D. García. D. Sancho VII de Navarra dio fueros particulares a Durango, en 1150; otros los atribuyen al hijo de este monarca, llamado también D. Sancho. D. Alonso rey de Castilla y
Toledo confirmó estos fueros, que se hallan con otros de la misma merind. en Fray Martin de Coscojales (tom. VI de sus recopilaciones). E n 1179 u 80 se celebró en esta v. un sínodo diocesano. El infante D. Juan confirmó todos los privilegios de Durango en 20 de enero de 1373. En Durango se levantó cierta herejía, llamada dé los Fratricellos, año 1448: muchos de los que se juzgaron por la inquisición comprendidos en ella, fueron puestos a cuestión de tormento, y los más quemados vivos: su gefe el franciscano Fray Alonso Mela evitó el castigo huyendo a
Granada. En 19 de setiembre de 1483 la reina católica Doña Isabel juró personalmente en esta v. la observancia de sus fueros y privilegios. En 1554 abrasó un incendió la mayor parte de la pobl., y aun después sufrió otras veces igual calamidad por ser entonces de madera casi todas sus
casas. En julio de 1795 fué ocupada por las tropas francesas, que no tardaron en abandonarla. En todas las guerras ha sido considerada como el punto de apoyo de las operaciones
militares de la prov., por su ventajosa sit.; aquellos en la guerra de la independencia no la abandonaron hasta después de la batalla de Vitoria, habiéndola fortificado y puesto en bastante respeto; en la última guerra civil también han deseado conservarla los diferentes partidos beligerantes que la ocupaban, por cuya razón sus moradores han padecido extraordinariamente.
Hace por armas 2
torres,
rio,
puente y 2 lobos en medio, con la inscripción de Durango noble y leal a la corona real. Entre sus naturales se han distinguido Perucho Munzar, gran privado de Enrique IV: el venerable Fray Juan de Zumárraga, primer ob. y arz. de Méjico: D. Juan de Cortaraz, arz. de Sta. Fe de Bogotá: D. Bruno Mauricio Zabala, teniente general en tiempo de Felipe V; y D. Nazario Eguia, que tan célebre se hizo en las filas de D. Carlos.
* Diccionario geográfico – estadístico - histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Pascual Madoz, 1848.