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El secreto del castillo de Butrón, GATIKA

Pedro Chacón es profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU:
Simboliza la integración de Bizkaia en el reino de Castilla, que el nacionalismo intenta difuminar abandonándolo a su suerte
En vísperas de Nochebuena nos enteramos de que el castillo de Butrón ha pasado a manos de unos inversores rusos, lo cual vuelve a colocar al que es uno de los monumentos más espectaculares de Bizkaia -junto con el Guggenheim y el Puente Colgante- en la situación de desamparo institucional en que quedó desde que la última descendiente de la familia que lo construyó, la duquesa de Cardona, se deshizo de él en 1988 a cambio de 112 millones de pesetas. Entonces la propiedad pasó a una empresa bilbaína de decoración, Estudios Arriaga, que, al cabo del tiempo y cargada de deudas por su gestión del castillo, lo vendió en 2005 a la sociedad inmobiliaria vizcaína Inbisa. Y esta es la que ahora lo acaba de vender de nuevo.
Pero lo más llamativo es que durante todo este tiempo ninguna institución pública, léase Diputación Foral de Bizkaia, ha querido hacerse cargo de él, cuando lo tuvo en condiciones óptimas de precio. Y es que a nuestro nacionalismo gobernante no le hace ninguna gracia el castillo. No le ve aprovechamiento cultural. Cuando ya estaba casi terminado, en 1897, Sabino Arana le dedicó un artículo en su periódico de entonces -‘Baserritarra’-, donde dedujo que el castillo representaba «dos infaustas páginas de la historia patria: la aciaga página social de las guerras civiles que durante dos siglos atribularon a Bizkaya (…) y la execrable página política del españolismo de los caballeros bizkainos, tendencia iniciada por efecto de la institución señorial». Estas son las dos consignas con las que el nacionalismo vasco actúa en este asunto.
El castillo de Butrón demuestra la dependencia secular, respecto de Castilla, de Bizkaia y Gipuzkoa, asoladas durante la baja Edad Media por unas luchas de banderizos que solo acabaron cuando el rey envió aquí a sus corregidores. Y simboliza la integración de Bizkaia en el reino de Castilla y, por ende, en España: Alfonso XIII, como Señor de Bizkaia, lo visitó en numerosas ocasiones. Se trata de una historia ¡de once siglos! -que iría desde la fabulosa batalla de Arrigorriaga, en un incierto 888, hasta la abolición oficial del Señorío en 1986- que Sabino Arana reducía a «execrable página política del españolismo» y que el actual nacionalismo intenta difuminar abandonando a su suerte al castillo de Butrón.
El castillo de Butrón representaría, por tanto, un episodio más de esa larguísima historia españolista del País Vasco y más concretamente de Bizkaia. Los protagonistas del mismo fueron el VII marqués de la Torrecilla, fallecido en 1885; su hijo, el VIII marqués, que remató en 1898 lo iniciado por su padre en 1879; y el arquitecto que contrataron para levantar este espectacular edificio, el marqués de Cubas, el mismo que diseñó por entonces la Universidad de Deusto. La genialidad de todos ellos ha quedado sin duda para la historia, junto con el secreto que acompaña la gestación de este monumento.
Sabemos que este tipo de rehabilitaciones se estaban llevando a cabo por entonces en Europa, en contados lugares eso sí, como por ejemplo en los castillos reales de Windsor y Balmoral en Gran Bretaña, en los de Luis II en Baviera, en el de Sintra en Portugal o en Francia con dos ejemplos como el de Pierrefonds, al nordesde de París, y el de Abbadie en Hendaya. Estos dos últimos con la firma de Eugène Viollet-le-Duc, el arquitecto clave del movimiento romántico neogótico en la arquitectura europea del siglo XIX y del que recibió influencia decisiva el autor del castillo de Butrón.
Esas rehabilitaciones añadían a los edificios originales un plus de creatividad respecto de lo que habían sido en origen. En el caso de Butrón el marqués de Cubas explayó su imaginación neogótica al rehabilitar lo que había sido una más de las muchas torres de defensa erigidas en Bizkaia y Gipuzkoa durante las guerras de banderizos. Y muy pocos entendieron que lo que había sido una torre medieval se convirtiera en un castillo. En Arteaga, por ejemplo, también se rehabilitó por entonces su torre, pero lo que se hizo fue eso, una torre. En Butrón, en cambio, se decidió construir un castillo. ¿Por qué?
Mi hipótesis es que el marqués de la Torrecilla, que también era conde de Aramaio y de Barrika y señor de Butrón y Múgica, y su hijo, que también fue mayordomo y jefe de palacio del rey Alfonso XIII, quisieron construir un castillo por ser esta la construcción que da nombre al reino de Castilla, al que perteneció Bizkaia desde el siglo XII, salvo alguna corta vinculación al reino de Navarra. Desvelar el secreto del castillo de Butrón consistiría, por tanto, en documentar ese propósito de los marqueses y de su arquitecto: construir en Gatika, en el corazón de Bizkaia, el más sofisticado, acabado y perfecto castillo que hoy en día existe en todo lo que fue el histórico reino de Castilla.