Patrimonio
artístico
El patrimonio artístico está representado por la
iglesia de
Santa María de Gorostiza, un templo de grandes proporciones que fue pionero del estilo neoclásico en la comarca. Las
ermitas de barriada -
San Cristóbal y Santiago- carecen del valor artístico de la
parroquia pero su interés radica en el papel que han ejercido a lo largo de los siglos en la vida social de los
barrios.
Iglesia de Santa María de Gorostiza
Se sitúa en lo alto de Eleizalde y ha ejercido la función aglutinadora del principal
barrio de la anteiglesia. En el siglo XVI la feligresía abordó la construcción de un nuevo templo de estilo
gótico. El
edificio, de grandes proporciones para esa época, se erigió en un momento de prosperidad y exigió un gran esfuerzo económico por parte de los vecinos.
Cuando en 1800 se encargó a Alejo de Miranda un proyecto para reedificar la iglesia de Santa María de Gorostiza se sabía que tenía que respetar dos pies forzados del edificio viejo: la
capilla mayor, y la
torre que estaba en los pies, alineada con aquélla. Solucionó el grave problema recurriendo a un sistema modular, uno de cuyos elementos componentes sería, precisamente, la capilla: una
cruz en torno a un cuadrón central muy amplio y despejado cubierto de forma globular. Los espacios entre los brazos de la cruz se destinaban a complementos: sacristía, almacén,
pórticos, que en parte se edificaron y en parte no.
La organización del templo nuevo (1800) quedaba condicionada por dos pies forzados: la torre telescópica a los pies, y la capilla mayor a la cabecera, ambas renacentistas. La propuesta es un proyecto centrado-cruciforme orgánico, trabajado en sillería.
Por su parte, la capilla vieja es manierista; dispone de un bonito
arco triunfal y de
bóveda de nervaduras de tracería bastante compleja. La torre es un prisma cuadrado de tipo telescópico, muy fuerte, casi con sentido castrense, dominado desde aquella cota una amplia panorámica.
Ermita de Santiago
El término de
Nabarniz tiene 3 ermitas. Son de carácter popular San Miguel y San Cristóbal, con
reja o celosía apaisada de madera defendiendo en interior. La otra, con la advocación de Santiago, tiene un aparejo mucho más digno, que como los accesos adovelados nos remiten al gótico y al tránsito de los siglos XV-XVI.
El blanqueo no deja apreciar bien que el aparejo es un discreto sillarejo. Esto y la observación de los accesos y vanos suelen ser referencias valiosas para catalogar estos
edificios rurales.
Recinto fortificado de Marueleza
El primer documento arqueológico que nos informa sobre la ocupación del municipio de Nabarniz se remonta a tiempos prehistóricos y está relacionado con el culto que nuestros antepasados rendían a los difuntos a lo largo de una dilatada etapa de nuestra
historia que comienza en el Eneolítico-Bronce y llega, en ocasiones, hasta el inicio de
la era actual.
La Edad del Hierro queda reflejada en el recinto fortificado de Marueleza (fechado entre 2094 A.C. y 2050 A.C.), situado en un enclave estratégico desde el que se domina la ría de Guernica. En este recinto, considerado hace años como la única manifestación arquitectónica "celta" de
Vizcaya, Taracena y Fernández Avilés realizaron, en 1944, una serie de sondeos a fin de desentrañar el carácter del mismo.
En 1982, se reinició la excavación del castro, centrada básicamente en la
puerta de entrada, ubicada en el extremo Noroeste. De esta manera se ha podido determinar la existencia de una puerta de esviaje y la estructura de la
muralla, construida en mampostería asentada en seco, mediante dos muros paralelos cuyo interior está relleno de
piedras y arcilla. La última campaña ha puesto parcialmente al descubierto la cimentación de una probable vivienda, de planta rectangular. El material recuperado en los trabajos arqueológicos es escaso y, en opinión del director de la excavación, Luis García Valdés, se trata de fragmentos de
cerámica celtibérica. De la misma época debe ser también el castro de Iluntzar, en el que aún se observan vestigios de la cerca defensiva.
Recinto fortificado de Marueleza.
Siglo II a. C. La muralla se ha construido mediante la técnica del muro galaico.
Caseríos
Los caseríos de Nabarniz se ordenan alineados en una estrecha
terraza del
monte Iluntzar, colgada por encima de la cota de 300 m. Se trata de un poblado antiguo, como lo demuestran algunas viviendas campesinas del siglo XVI, tales como Urtza, Gezuriaga y Madozena. Pero ello no ha sido obstáculo para que se haya mantenido dinámico y activo hasta la actualidad.
Caserío Urtza,
casa de
labranza de dimensiones sorprendentemente amplias para la época tan temprana en que fue construida: poco antes de mediar el siglo XVI. La
columna del
soportal - también renacentista-es una de las más antiguas que se puedan encontrar en los caseríos vizcaínos.
Son frecuentes los caseríos con armazón de postes sin desbastar, como Aldekoa y Ormaetxe (Lekerika) que además coinciden en poseer elementos de
arquitectura culta perfectamente integrados en un edificio de factora popular. Los dos disponen de
escudos de armas y
columnas pétreas que sirven de apoyo a la viga que adintela el soportal.
Caserío Aldekoa, en Lekerika. La organización de la
fachada en tres crujías, con la central rehundida, es característica de los caseríos de pleno siglo XVI. Este ha sido recuperado con acierto, aunque, lamentablemente, no se ha hecho nada para evitar la destrucción del
hórreo que se alzaba a sus pies.
Aunque sin
blasón que identifique el apellido del propietario, Mendigura (Merika) responde al mismo planteamiento formal.
Los caseríos más nobles del siglo XIX son los que cubren toda la anchura del portal con un arco escarzano de sillares labrados, como Ibarra (1877); pero mucho más frecuente es encontrar en Nabarniz
casas de labranza sin tantas pretensiones que siguen utilizando la madera para este cometido, aunque ello les obligue a edificar la parte central de su alzado con materiales ligeros.
Caserío Madozena, reedificado sobre el solar de una vivienda anterior, este caserío recoge la
tradición local -propia del siglo XIX- de tender
balcones de madera sobre el hueco del soportal.
Es normal que en estos casos se retranquee el tramo central y se aproveche el hueco para colgar dos balconadas superpuestas. La calidad constructiva no es notable en ningún caso, pero por ejemplo de todos ellos cabe citar al caserío Landeta.
Caserío Ibargüen en el hórreo reconstruido del caserío Ibarguen se conserva la única fecha conocida en este tipo de
graneros vizcaínos: el año 1581. Es de interés resaltar el hecho de que incluso en un ejemplar de arquitectura menor, puramente funcional, como es un almacén de grano, se recurra al lenguaje de estilo culto; en este caso a las pilastras cajeadas a la
romana.