Y fue el día de los
Santos Inocentes cuando esto dijo se acabó, como una broma macabra, sin dejarnos el sabor de la despedida o como aquella primera novia de un
verano cualquiera, que marchaba en el 124 de su padre y quedabas en la
Plaza del
pueblo, confiado en que un año pasa pronto sin saber que es la vida quien galopa y hay cosas que ya no se recuperan.
Entre todos la matamos y élla sola se murió. Todos somos culpables, pero también algo de benditos por ser capaces de transformar un principio
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