“Mi buen
amigo Daniel J.
Santos ha regresado exultante de
Suiza. Tiene cuarenta años, bigote aznarizado, cejas de acento circunflejo a lo Zapatero, entradas que anticipan la calvicie total y una curva de la
felicidad que le atormenta. Es alto, fuerte, suele disfrazarse de
joven y habla con palabras deshuesadas y vivos ademanes de sus manos desdeñosas. Se fue a un
río suizo que se estanca a
pescar el lucio y consiguió la picada y captura de un pez de 129 centímetros, su récord personal. Utilizó caña
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