La decisión de escribir siempre con mayúsculas la palabra Amor no es gratuita. Sirve para saber siempre a qué nos referimos, porque desgraciadamente pocos términos han sido tan manipulados y vapuleados como éste.
Amor es una fuerza universal que no permite ser encerrada en definiciones.
La intuimos como la manifestación de una ley cósmica que mantiene la armonía de los universos y hace cumplir las etapas del plan divino, cuyas dimensiones se nos escapan, porque nunca la parte pudo comprender al Todo.
En este Plan desconocido, fraguado en el tiempo sin tiempo, estamos incluidos todos los que ahora mismo vivimos en el planeta Tierra. Distintas procedencias distintos puntos de origen pero un destino y una tarea común: Lograr que la humanidad suba un peldaño más en la escala evolutiva. Esto solo será posible si la gran minoría es capaz de romper las cadenas y abrir la puerta para sí y para que otros también la crucen.
Amor es una denominación de la sustancia original con la que fuimos creados.
La chispa divina que reside en el interior de cada uno de nosotros.
Amor es la expresión de algo casi desconocido, lo hemos convertido en la gran paradoja nos acompaña desde que comenzó el primer ciclo vital sobre el planeta y apenas lo conocemos realmente, su idea está presente en todas las partes del globo y en todos los tiempos, se le nombra constantemente, y es referencia obligada de todas las culturas.
Constituye el trasfondo de grandes obras de la literatura mundial y es el protagonista discreto que ha marcado el curso de la historia.
Toda creación es un acto de Amor en su origen.
En lo individual es el eje sobre el que pivotan millones y millones de vidas humanas, todas las personas perciben su destello al menos unos instantes.
CONTINUARÁ
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