Tres sorianos italianizantes
No sería justo ni exacto simplificar en tres hombres públicos la acción y pensamiento político-social contestatario de uno de los períodos del franquismo (los años cincuenta y sesenta, el franquismo medio y tardío) desde la perspectiva de la oposición democrática en el interior. Pero, de alguna forma, tres sorianos combativos y lúcidos, "gentes del alto llano numantino", que cantó otro soriano adoptivo, don Antonio Machado, confluyeron por azar, desde procedencias ... (ver texto completo)
No sería justo ni exacto simplificar en tres hombres públicos la acción y pensamiento político-social contestatario de uno de los períodos del franquismo (los años cincuenta y sesenta, el franquismo medio y tardío) desde la perspectiva de la oposición democrática en el interior. Pero, de alguna forma, tres sorianos combativos y lúcidos, "gentes del alto llano numantino", que cantó otro soriano adoptivo, don Antonio Machado, confluyeron por azar, desde procedencias ... (ver texto completo)
Yo conocí, en los cincuenta, a Dionisio, en la cárcel de Carabanchel, a donde llegaría Tierno más tarde. Nos habían detenido y procesado, junto con otras personas, por uno de los intentos de llegar a un acuerdo interno-exilio: la conspiración de las hipótesis. La penalización de las hipótesis es una figura jurídica extraña, barroca y escolástica, pero nuestra cultura de hibernación ofrecía estas singularidades. Las conspiraciones eran barrocas porque la sociedad y el poder eran barrocos. En aquellos años Tierno veía a Dionisio con distanciamiento y suspicacia campesina: la relación entre un vencedor disidente y un vencido temeroso. La traducción de esta actitud se concretaba en el tratamiento mutuo: utilizaban el usted. Conspirar desde la distancia personal parecía un contrasentido; pero no fue éste el argumento con que convencí a Tierno para que se tuteasen, sino acudiendo a algo que no parecía real: la edad. Dionisio, en efecto, era cinco o seis años mayor que Tierno, y mientras que aquél seguía siendo adolescente, Tierno simulaba ya ser un provecto krausista. Los días de Carabanchel facilitaron la eliminación de muchas reservas, es decir, simbólicamente se iniciaba la reconciliación. Mantendrán desde entonces diferencias ideológicas y tácticas, pero no tanto personales: la ironía italíanizante y festiva sustituirá a la distancia barroca.
El descubrimiento de Italia por Tierno es mucho más tardío, como también su admiración. Lo barroco, rasgo dominante en Tierno, rechazaba la fantasía mediterránea. Por otra parte, Tierno era, como muchos intelectuales, deudor de la cultura germánica. Sin embargo, tal vez por su fondo anarquista, tan italiano como español, conectará con Italia a través del sur, también barroco, y por el federalismo, sobre todo, con Spinelli. Su utopía y su revolución cultural están más cerca de Baboeuf y de Buonarrotti que de Marx, y cuando monta partidos (PSIPSP) su modelo será italiano: como el Partito d'Azione, de resistencia y confluencia ideológica (liberales de izquierda, progresistas, socialistas radicales, socialdemócratas). Una de las paradojas tiemistas será precisamente ésta: conjugar barroquismo mesetario y flincionalismo anglosajón, marxismo utópico y federalismo italiano. Así, conspiración, ideología y utopía se irán desbarroquizándo, es decir, se italianizarán: si hoy viviese Tierno, y seguiría sin duda siendo regidor madrileño, hubiese recibido a la honorable y lúdica Cieciolina. Y será en su testamento literario, en su carta a una imaginaria profesora italiana, en donde Tierno proyecta su vida de precursor: su despedida del mundo la hará identificando utopía con Italia: su barroquismo, incluso su marxismo atípico, se retrotrae al humanismo renacentista italiano.
Si Dionisio y el viejo profesor entran en el mundo italiano por la cultura, Marcelino Camacho penetra por la política sindical, que es también un aspecto de socializar la vida real de un país. Orán, en su exilio, será buena atalaya para ver la reconstrucción italiana. Camacho y Redondo, los dos históricos dirigentes sindicales que vitalmente perviven, personalizarán dos formas diferenciadas, no necesariamente antagónicas, de entender la acción y función del movimiento obrero en una sociedad democrática. ¿Cómo se introduce Camacho en la magia convivencial italiana y no en la francesa o alemana? Cuando escriba sus memorias tendremos respuestas. En términos políticos, yo creo que el modelo italiano -bloque granisciario, compromiso histórico- se perfila ya en los comienzos de la creación de Comisiones Obreras: la filigrana florentina. Yo recuerdo, a comienzos o mediados de los sesenta, en el viejo despacho de la calle del Marqués de Cubas, nuestra sede conspiratoria, a Camacho, obrero de multinacional, contarnos la filosofia globalizante de Comisiones: todo el mundo podía ser de Comisiones. Tierno, no el grupo, se adhirió con entusiasmo, lo que no era obstáculo para mantener su partido y pertenecer a Unión Española (plataforma monárquicoliberal). Desde la perspectiva actual, desde la inevitable compartimentaliz ación excluyente, esto parece esotérico, pero por aquellos años era una actitud italianizante de superar el barroquismo descendente. Tengo la impresión que Camacho y Tierno se entendieron siempre por un equívoco secreto: Tierno quería ver en Comisiones un sindicalismo casi anarquista y a Camacho valedor flexible para establecer un sindicato pluralista y autónomo de integración obrera e interclasista. Italia era buen ejemplo, y por alguna razón, consciente o inconscientemente, Camacho hará público su doble compromiso, sindical y político, en tierra italiana.
Con la retirada en estos días de Marcelino Camacho de la política activa dirigente se cierra uno de los ciclos de tres grandes protagonistas de nuestra historia social contemporánea, de la resistencia y de la reconstrucción democráticas. Tres precursores y anunciadores de una nueva convivencia.
RAÚL MORODO 02/01/1988
© EDICIONES EL PAÍS S. L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200 ... (ver texto completo)
El descubrimiento de Italia por Tierno es mucho más tardío, como también su admiración. Lo barroco, rasgo dominante en Tierno, rechazaba la fantasía mediterránea. Por otra parte, Tierno era, como muchos intelectuales, deudor de la cultura germánica. Sin embargo, tal vez por su fondo anarquista, tan italiano como español, conectará con Italia a través del sur, también barroco, y por el federalismo, sobre todo, con Spinelli. Su utopía y su revolución cultural están más cerca de Baboeuf y de Buonarrotti que de Marx, y cuando monta partidos (PSIPSP) su modelo será italiano: como el Partito d'Azione, de resistencia y confluencia ideológica (liberales de izquierda, progresistas, socialistas radicales, socialdemócratas). Una de las paradojas tiemistas será precisamente ésta: conjugar barroquismo mesetario y flincionalismo anglosajón, marxismo utópico y federalismo italiano. Así, conspiración, ideología y utopía se irán desbarroquizándo, es decir, se italianizarán: si hoy viviese Tierno, y seguiría sin duda siendo regidor madrileño, hubiese recibido a la honorable y lúdica Cieciolina. Y será en su testamento literario, en su carta a una imaginaria profesora italiana, en donde Tierno proyecta su vida de precursor: su despedida del mundo la hará identificando utopía con Italia: su barroquismo, incluso su marxismo atípico, se retrotrae al humanismo renacentista italiano.
Si Dionisio y el viejo profesor entran en el mundo italiano por la cultura, Marcelino Camacho penetra por la política sindical, que es también un aspecto de socializar la vida real de un país. Orán, en su exilio, será buena atalaya para ver la reconstrucción italiana. Camacho y Redondo, los dos históricos dirigentes sindicales que vitalmente perviven, personalizarán dos formas diferenciadas, no necesariamente antagónicas, de entender la acción y función del movimiento obrero en una sociedad democrática. ¿Cómo se introduce Camacho en la magia convivencial italiana y no en la francesa o alemana? Cuando escriba sus memorias tendremos respuestas. En términos políticos, yo creo que el modelo italiano -bloque granisciario, compromiso histórico- se perfila ya en los comienzos de la creación de Comisiones Obreras: la filigrana florentina. Yo recuerdo, a comienzos o mediados de los sesenta, en el viejo despacho de la calle del Marqués de Cubas, nuestra sede conspiratoria, a Camacho, obrero de multinacional, contarnos la filosofia globalizante de Comisiones: todo el mundo podía ser de Comisiones. Tierno, no el grupo, se adhirió con entusiasmo, lo que no era obstáculo para mantener su partido y pertenecer a Unión Española (plataforma monárquicoliberal). Desde la perspectiva actual, desde la inevitable compartimentaliz ación excluyente, esto parece esotérico, pero por aquellos años era una actitud italianizante de superar el barroquismo descendente. Tengo la impresión que Camacho y Tierno se entendieron siempre por un equívoco secreto: Tierno quería ver en Comisiones un sindicalismo casi anarquista y a Camacho valedor flexible para establecer un sindicato pluralista y autónomo de integración obrera e interclasista. Italia era buen ejemplo, y por alguna razón, consciente o inconscientemente, Camacho hará público su doble compromiso, sindical y político, en tierra italiana.
Con la retirada en estos días de Marcelino Camacho de la política activa dirigente se cierra uno de los ciclos de tres grandes protagonistas de nuestra historia social contemporánea, de la resistencia y de la reconstrucción democráticas. Tres precursores y anunciadores de una nueva convivencia.
RAÚL MORODO 02/01/1988
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