José Ramón Muñiz Álvarez
“BUSCANDO MIRUÉNDANOS”
(poemas)
“Los mares del Cantábrico”
I
Los mares del Cantábrico
nos hablan de leyendas,
de viejos balleneros,
de buques enemigos y piratas,
acaso de vikingos, de daneses
que luchan en los puertos contra todos,
con gentes que defienden,
con toda su bravura,
baluartes que se elevan hacia el cielo,
por eso en estos puertos escuchan las almenas.
II
Y son estos castillos
los dioses que combaten
al mar encabritado,
como hace tantos siglos, esas épocas
de fuego en cada espuma cuando embiste,
si quiere la embestida más violenta
la furia repentina
de noches tormentosas
que hablaron de galernas a los viejos,
si quedan esos viejos en muelles y espigones.
III
Y ves que siempre vive
la llama de los faros
en Navia y en la Veiga
que tiene en esas venas esa sangre
que quiere recordar a los albiones,
a celtas en los castros, a los castros
que miran al océano,
que quieren ese diálogo
con esas aguas bellas y calladas
que viven recitando las viejas tradiciones.
IV
Tus ojos, que no engañan
al brillo del poeta,
le dicen al poeta
que quieres revivir esas batallas
de astures y galaicos, enfrentándose
a todos los piratas que los siglos
trajeron en mareas
perdidas para siempre,
si no es en los legajos de la historia
que vuela con la brisa quizás hacia la nada.
V
Decir Puerto de Vega,
hablar de la aventura,
sentirse un Barbarroja
y amar, en esa Asturias, cada playa
parece conveniente, en este caso,
pues sabes que, detrás de la Losera,
llegando ya a Soirana,
está, con su misterio,
el grito silencioso de esa ínsula
que solo se oyó en tiempos lejanos como el Bronce.
VI
Y así, Puerto de Vega,
acaso Casariego,
Viavélez, si hace falta,
nos ven en la excursión que no termina,
disfrutan contemplando nuestros pasos,
igual que los turistas que se sienten
dichosos con los mares,
las olas, los cantiles
que saben ese idioma que emociona
a todo el que contempla las costas que prometen.
VII
Tus ojos y mis labios,
mis labios y tus ojos,
los dos en una playa,
fundidos en la dicha de la dicha,
hablando de Frejulfe y del Barayo,
gritando que, en Frejulfe y en Barayo,
las olas son más olas,
la brisa se hace viento
y el viento es forajido que pretende
de nuevo el abordaje de tiempos olvidados.
VIII
Y a ti Puerto de Vega
te lleva a esa aventura
que ofrece coronarte,
que quiere coronarte como reina
de un tiempo de sargazos y Caribe,
quizás en otros mares muy lejanos,
quizás en esos mares
rodados en películas
que vimos siendo niños cada sábado,
en tiempos en que un sábado tenía su belleza.
IX
Y siento que en Barayo
las olas se hacen grandes,
igual que en las arenas
calladas de Frejulfe, con sus tonos
mezclados del carbón y la pizarra,
mezclados con el brillo de tus ojos
en esas noches negras,
en esos ojos negros
y oscuros como noches ancestrales
que saben de chacales, de lobos en la noche.
X
Y digo que el Barayo
nos dice las verdades
de tiempos acabados
con su rumor de río hacia la playa,
contándonos secretos inauditos
en un lenguaje casi incomprensible,
pues pocos son los místicos
que escuchan a los ríos,
si no es que son los locos los que escuchan
el canto de los pájaros, el canto de los árboles…
“No quiero desnudarme”
I
No quiero desnudarme
delate de ese espejo
que llena la alborada
con una imagen triste de otro tiempo,
con una imagen llena de tristeza,
con la melancolía de un recuerdo
que llena nuestra vista
de todo lo perdido,
de todo lo que el tiempo, con su risa,
trocó en el abandono más cruel y doloroso.
II
No debo desnudarme
delante de ese espejo
que muerde la memoria,
que hiere con dureza con los filos
potentes de su brusca dentellada,
consciente de los puertos que quedaron
dormidos en la noche,
dejados sin un faro
que cante nombres bellos del entonces,
los nombres de los barcos que quedan a lo lejos.
III
No puedo desnudarme
y hablar de cada muelle
dejado en los ayeres
que lloran su crepúsculo, su ocaso
bordado de dolores y de angustias,
después de mil galernas, de mil gritos
perdidos en el aire,
dejados en el aire
por el dolor del tiempo que los borra
en nombre de un progreso que esconde la mentira.
2019 © José Ramón Muñiz Álvarez ... (ver texto completo)
“BUSCANDO MIRUÉNDANOS”
(poemas)
“Los mares del Cantábrico”
I
Los mares del Cantábrico
nos hablan de leyendas,
de viejos balleneros,
de buques enemigos y piratas,
acaso de vikingos, de daneses
que luchan en los puertos contra todos,
con gentes que defienden,
con toda su bravura,
baluartes que se elevan hacia el cielo,
por eso en estos puertos escuchan las almenas.
II
Y son estos castillos
los dioses que combaten
al mar encabritado,
como hace tantos siglos, esas épocas
de fuego en cada espuma cuando embiste,
si quiere la embestida más violenta
la furia repentina
de noches tormentosas
que hablaron de galernas a los viejos,
si quedan esos viejos en muelles y espigones.
III
Y ves que siempre vive
la llama de los faros
en Navia y en la Veiga
que tiene en esas venas esa sangre
que quiere recordar a los albiones,
a celtas en los castros, a los castros
que miran al océano,
que quieren ese diálogo
con esas aguas bellas y calladas
que viven recitando las viejas tradiciones.
IV
Tus ojos, que no engañan
al brillo del poeta,
le dicen al poeta
que quieres revivir esas batallas
de astures y galaicos, enfrentándose
a todos los piratas que los siglos
trajeron en mareas
perdidas para siempre,
si no es en los legajos de la historia
que vuela con la brisa quizás hacia la nada.
V
Decir Puerto de Vega,
hablar de la aventura,
sentirse un Barbarroja
y amar, en esa Asturias, cada playa
parece conveniente, en este caso,
pues sabes que, detrás de la Losera,
llegando ya a Soirana,
está, con su misterio,
el grito silencioso de esa ínsula
que solo se oyó en tiempos lejanos como el Bronce.
VI
Y así, Puerto de Vega,
acaso Casariego,
Viavélez, si hace falta,
nos ven en la excursión que no termina,
disfrutan contemplando nuestros pasos,
igual que los turistas que se sienten
dichosos con los mares,
las olas, los cantiles
que saben ese idioma que emociona
a todo el que contempla las costas que prometen.
VII
Tus ojos y mis labios,
mis labios y tus ojos,
los dos en una playa,
fundidos en la dicha de la dicha,
hablando de Frejulfe y del Barayo,
gritando que, en Frejulfe y en Barayo,
las olas son más olas,
la brisa se hace viento
y el viento es forajido que pretende
de nuevo el abordaje de tiempos olvidados.
VIII
Y a ti Puerto de Vega
te lleva a esa aventura
que ofrece coronarte,
que quiere coronarte como reina
de un tiempo de sargazos y Caribe,
quizás en otros mares muy lejanos,
quizás en esos mares
rodados en películas
que vimos siendo niños cada sábado,
en tiempos en que un sábado tenía su belleza.
IX
Y siento que en Barayo
las olas se hacen grandes,
igual que en las arenas
calladas de Frejulfe, con sus tonos
mezclados del carbón y la pizarra,
mezclados con el brillo de tus ojos
en esas noches negras,
en esos ojos negros
y oscuros como noches ancestrales
que saben de chacales, de lobos en la noche.
X
Y digo que el Barayo
nos dice las verdades
de tiempos acabados
con su rumor de río hacia la playa,
contándonos secretos inauditos
en un lenguaje casi incomprensible,
pues pocos son los místicos
que escuchan a los ríos,
si no es que son los locos los que escuchan
el canto de los pájaros, el canto de los árboles…
“No quiero desnudarme”
I
No quiero desnudarme
delate de ese espejo
que llena la alborada
con una imagen triste de otro tiempo,
con una imagen llena de tristeza,
con la melancolía de un recuerdo
que llena nuestra vista
de todo lo perdido,
de todo lo que el tiempo, con su risa,
trocó en el abandono más cruel y doloroso.
II
No debo desnudarme
delante de ese espejo
que muerde la memoria,
que hiere con dureza con los filos
potentes de su brusca dentellada,
consciente de los puertos que quedaron
dormidos en la noche,
dejados sin un faro
que cante nombres bellos del entonces,
los nombres de los barcos que quedan a lo lejos.
III
No puedo desnudarme
y hablar de cada muelle
dejado en los ayeres
que lloran su crepúsculo, su ocaso
bordado de dolores y de angustias,
después de mil galernas, de mil gritos
perdidos en el aire,
dejados en el aire
por el dolor del tiempo que los borra
en nombre de un progreso que esconde la mentira.
2019 © José Ramón Muñiz Álvarez ... (ver texto completo)