PIEL PULIDA
¡Mírame!..., mira cómo brilla mi piel,
piel desgastada por tus besos de mentira;
en ella fuiste depositando,
engaños de lodo y ceniza;
y tu lengua hecha trapo,
se encargó poco a poco de pulirla.
¡Mírame!... no te de vergüenza,
observar sobre ella mis heridas;
al fin y al cabo, solo es la amargura...
de tu deslealtad nacida.
¡Mírame bien!... aquí yacen los tormentos,
que son tu culpa y mi desdicha;
pero no te asustes del hedor...
que solo son llagas, que dolientes gritan.
Por torpe e ignorante,
por no ver tu hipocresía,
por ese amor que me hizo ciega...
soñé en la noche que dormía.
Y ahora lloraré renglones callados,
en lo más profundo de mis días;
y moriré en las horas interminables...
que amargamente me acarician.
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