D. E. P.
Aquí yacen apenas tres días de mi holgada existencia;
apenas una huella en un tiempo ya macilento.
No es fácil dibujar una vida
que quedará a merced del olvido,
ni arañar el corazón a la inequívoca soledad
–vigía de nuestras agónicas almas–.
Tampoco lo es respirar,
cuando en el horizonte el aire es solo incertidumbre.
Ni tan siquiera ver cómo los sueños
se presentan como verdades fingidas.
Realmente no es fácil el día a día,
aunque rezumemos libertad por los cuatro costados.
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