Tres caballeros gallardos
montados en sus corceles
que uno es blanco y dos son pardos
y vienen con cascabeles
a Omaña ya son llegados,
preguntándoles la gente:
¿De donde son sus mercedes
que brillan vuestras monturas
cómo el sol resplandeciente
y los rostros tan blancura
que más parecen de nieve
de la que siempre perdura
y la que todo lo envuelve?.
Venimos de allá muy lejos
de donde el día amanece
y queremos ver a un niño
que de hermosura estremece
que ha nacido entre las ruinas
de un castillo muy doliente
que tiene las sus heridas
y cicatrizar no quieren.
Pués según estimo y pienso,
señores de gran respeto
lo que quieren pués saber
es algo que no comprendo
ya que desde hace gran tiempo,
no ha parido madre alguna
ni se espera por momento
que tengamos la fortuna
de dicho acontecimiento.
Y en esto acierta a pasar
un labriego en su jumento
y oyéndolos platicar,
respondió con mucho acento:
Yo me encontré por la noche
a unos esposos pidiendo
posada y el acomodo
para poder ir durmiendo
y la mujer en estado,
estimé que estaba viendo.
Las dos ventas del lugar
no dieron acogimento
a la mujer y a aquel hombre
necesitados de techo
porque atestadas estaban
de vecinos de otros pueblos.
Y al final y entre lamentos
el apretón fué surgiendo
y ascendieron al lugar
que decís con gran acierto.
! Subamos pronto al castillo
que Paco ya vá encendiendo
la hoguera pa calentar
a ese retoño del cielo!
Los tres jinetes están
gozosos y tan contentos
que no se quieren marchar
no pudiendo remediar
su llanto y su sentimiento.
Su madre de pelo corto
y con ojos de azabache
lo amamanta poco a poco
para evitar que se empache.
Y Tirso subiendo está
tres perolos de miel pura
que es verdadero manjar
y todos los males cura.
También arrastra un cordero
y tres pollos de corral
para ser el que primero
vió a la rosa del rosal.
Victoria que es muy manitas
le hizo ricas natillitas,
sabrosas y calentitas,
y pa los lindos papás,
patatinas muy bién fritas.
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