Te lo confieso, cada vez que termino de leer alguno de tus escritos me dan ganas de aplaudir. Su buena armadura (contundentes, redondos, ricamente adjetivados), parece no dar margen a la duda: si fuéramos americanos y yo pretendiera la presidencia de EE. UU. -por el Partido Republicano, claro- te ficharía para que me escribieras los discursos, aunque -libérrimo tú- perseverases en no votar/me.
Y es que las proclamas, verbalizadas o leídas -cuando se arman bien, como tú lo haces- no hay dios al que le resulten indiferentes. Es el caso de lo que has escrito sobre Cataluña. Me pasa también con los desfiles bien armados de La Legión: desde que pasa la cabra hasta que dejo de ver el último brazo derecho del legionario más bajito, tengo encogido el corazón. No digamos si aluego entonan ese himno de “Ardor guerrero vibra en nuestras voces y de amor patrio henchido el corazón…..”, eso ya es el paroxismo; y lo del toque de oración, sencillamente, no puedo resistirlo sin que semescape una lagrimilla: no puedo evitarlo, memociono hasta el punto -hablo en serio- que me dan retortijones de vientre. Igual me pasa cuando escucho una saeta en el silencio de una procesión o cuando alcanza La Salve nuestra señora de Lantigua envuelta por toda la algarabía jabeña.
Perdona el extenso preámbulo no exento de humor, para declararte que, no obstante lo dicho, abomino de los nacionalismos, incluido el español, no creo en la parafernalia militar y no soporto el montaje de las religiones. Y -a veces- no comparto en absoluto tus razonamientos. Es decir, querido primo, las formas (la letra, el escenario) nos pueden embaucar porque reinan en el mundo de las sensaciones, pero el fondo -la sustancia, el espíritu- queda al gobierno posterior de la razón: y cuando racionalizo alguno de tus escritos, cuando se acaban los desfiles o cuando a la virgen la encierran en la iglesia…, me digo “ y ahora, saboreadas las formas, ¿qué piensas tú del fondo?”
Bien, pues yo pienso desto de Cataluña que queda mucho pastel pero que mucho pastel por cortar. Pareces ufanarte del fracaso de Mas y que con eso ya se cerrase el problema de su delirio soberanista, algo así rezuma el fondo de tu escrito impecable de forma. Pero, no es eso, el fracaso va mucho más allá de Mas: la perra invalidez de Rajoy no le va muy a la zaga y ha amortiguado el golpe definitivo que merecía el error deste atolondrado pujolista y de su partido todo. Un treinta y tantos por ciento de catalanes, confundidos o no, arrebañados o no, quieren un Estado pa ellos solitos aunque se añujen y les ajorque: esto es un poblema, y a los problemas hay que buscarles solución. Si nadie vota, si nadie habla, si nadie actúa, si nadie decide, si nadie gobierna, ¿cómo se articula, o se destruye, un Estado? Ya está muerto políticamente Mas, y bien que lo merece, pero necesitamos un Presidente de Gobierno vivo que vaya a Catalunya (inmediatamente) a hablar con los catalanes, con más inteligencia que altivez (que por ello no es menos fuerte un Estado) para intentar refundar una España con Cataluña, porque es lo deseable, lo mejor y lo menos traumático: porque es posible inventar una ESPALUNYA en la que todos nos entendamos, hombre: porque el que no soluciona los problemas hablando, está condenado a reñir. Y no son pocos los que están por ello.
Pero da gusto leerte, eh, la verdad.
Mucho afecto,
... (ver texto completo)