Sucedió hace muchos años en mi facultad de Medicina, antes de mi alistamiento en la Legión.
Hablaba el profesor de los altos niveles de glucosa contenidos en el semen, cuando una alumna levantó la mano, y preguntó:
--Si le he entendido bien, está usted diciendo que hay un montón de glucosa, como en el azúcar, en el semen.
--Correcto --respondió nuestro profesor.
--Entonces... ¿por qué no sabe dulce?
Tras un absoluto silencio, la clase completa estalló en una inmensa carcajada, excepto el profesor, quien mantuvo la compostura.
Ella, al darse cuenta de las palabras que había pronunciado, se puso más roja que los resentidos de este foro y, recogiendo sus cosas, salió de la facultad para no regresar jamás. Eran otros tiempos.
Y mientras se cerraba la puerta tras ella, respondía el profesor totalmente serio:
--No le sabe dulce, porque las papilas gustativas para ese sabor están en la punta de la lengua, no en el fondo de la garganta.
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