Lo de andar de rodillas era en las menos ocasiones, pero la verdad es que aunque sea duro decirlo, a veces lo merecíamos por la que formábamos ya tarde por la noche en las habitaciones dando voces para hablar con los más lejanos o lo que es peor, cuando las guerrillas de zapatillas que volaban a lo largo y ancho del dormitorio que era una estancia grande sin separaciones.