EPÍLOGO
Dos personas agotadas por no haber dormido ni un minuto, calladas y con la sensación del trabajo bien hecho entraban, con las claras del lunes, en Toral. La vida de Mauro, de momento, estaba a salvo. A ellos, les esperaba otro día más.
***
A las nueve de la mañana, Juan recién duchado y con ropa limpia, entró con paso firme en el pasillo que llevaba a su despacho del ambulatorio. El equipo de limpieza estaba poniendo a punto el despacho de curas y en la sala de espera, llena a rebosar,
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-Hola Manuel, preciosa la
historia que te contó aquel compañero tuyo, en ella se reflejan dos profesiones difíciles, te diré que en cuarenta años de servicio a la sociedad como Guardia Civil, he pasado por muchos momentos difíciles, pero profesionalmente pude superarlas, pero tu historia ha llegado a conmoverme como no te puedes imaginar, sobre todo por ir dedicada a nuestro
amigo Ramón, vecino durante la infancia y amigo para el resto de la vida, ayer hablé con él, le dige que todo saldría bien,
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