Orfandad
En homenaje a Julia María Iglesias, nacida en Oviedo en 1900
Tierra verde, de fantasías lejanas.
Infancia dura, de inocente soledad.
El frío orfanato, coronado de iglesias,
te impuso una vacía identidad
junto a un bello nombre: Julia María.
Cuerpo esbelto, piel casta,
ojos celeste de mirada triste.
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Silvia, me ha emocionado tu poema, a tu abuela. Qué sociedad tan injusta, cuánto respeto humano, llenó de dolor tristeza y soledad a muchos seres inocentes que pagaron injustamente los errores de otros, hipócrita raza humana que martiriza a sus hijos más nobles e inocentes, cuántos, privados del calor el amor y la aternura del ser más importante para ell@s. Solo perdonando podremos liberarnos de tanto dolor provocado y tolerado, consentido por los propios familiares que enmudecían ante los condicionamientos sociales que les señalarían para siempre con el dedo de hierro, que deberíamos haber fundido con el fuego del amor. Cómo no nos dimos cuenta? todos cómplices de esta injusticia. Menos mal que las cosas han cambiado un poquito, pero el caso del pais latinoamericano que permanece todavía castigando a esa madre, a quien se le niega el derecho a la vida en favor de un hijo no nacido y con malformaciones congénitas que no le permitirán vivir, mas alla de una vida vegetativa. Seguimos sin lucidez para buscar lo que es razonable y justo, que la madrre viva, ella es dueña de su cuerpo, aunque no le pertenezca, pero en este caso la ciencia está a su favor. Ninguna ley civil o religiosa por encima de la persona, es lo único divino. Jesús ya lo practicó, se saltó todas las leyes que oprimían, vejaban o aniquilaban a sus contemporáneos, aunque el mismo fue víctima de estas leyes injustas y crueles, porque siguen existiendo personas injustas y crueles, que utilizan la ley de modo arbitrario e irracional. Saludos amiga.
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