Llora Baquerin, que de su carne ha perdido ochenta años vividos entre sus callejuelas, pastos y corrales. Aliento de familia hasta la llegada del ultimo desvelo, colmada en el esfuerzo, recelosa de atavios y desconocidos, de buen corazon, y aun escondido, supimos verlo. Ya no habra atardeceres en mis paseos por el pueblo, sin la emocion de revivirte en el recuerdo. Besos, Jacinta.