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En absoluto me pasó inadvertido este escrito, es de los que merecen una queda lectura y también, qué menos, por dios, una atenta respuesta: mezcla de metáfora y realismo, desencanto y cabreo -que edulcoras con sarcasmos- tu análisis puede apostillarse con lo que se quiera, pero creo que hay que suscribirlo íntegro, tal cual. Lástima que tu visión apocalíptica del mundo descarte a piñón fijo una rendija que nos muestre algún atisbo de luz, para que la esperanza nos impida caminar como muertos vivientes, y para que no todo se quede en crítica o autopsia: aunque para eso, ya sabes que estamos los cándidos optimistas.
Pero en lo relativo a las expectativas -esa espera atenta y vigilante que hemos de tener los que sí votamos- al cambiar una mustia rosa por un par de gaviotas sombrías, no es poco que concedas eso de que: “Tuvo que pasar muy poco tiempo para que el pueblo extremeño viera frustradas sus aspiraciones de regeneración e impulso democrático y se diera cuenta de que su concepto y valor de la política era mucho más elevado que el que tenían los dirigentes (del PP, digo yo) que iban a marcar el destino de nuestra región”. Por cierto, el votante que cambia su voto no suele ser el más ingenuo precisamente, sino el que mejor uso hace de su derecho: otra cosa es que la oferta política que le ilusionó, sin duda por el hartazgo socialista, fuera una palmaria estafa. Pero en descargo del extremeño que votó PP, hemos de convenir que estuvo entretallado entre elegir una izquierda que, en su adocenamiento, había cambiado el intelecto por la mediocridad y el vulgar pesebre, y una derecha que estaba casi inédita a pie de tajo: la verdad, es que había muy poco pescado fresco que comprar.
Otra vez le tocará al PSOE, pero hoy vamos con el PP: este partido, sus representantes -y no digo sus ideales, ni sus ideas, porque carece de ellos- nunca podrían regenerar nada porque ellos son la degeneración misma: tardos e inanes, siempre insensibles, verdugos en casa y pusilánimes en los foros internacionales, chulos mitineros de domingo y enrocados cobardes para la distancia corta - siempre tan “sobrados” como dices- esta generación de rancios opositores con pedigrí, que se burlan de los que apenas rozamos la escuela, solo tiene dos objetivos y los van a dejar bien sellados en esta legislatura: uno, que ya lo apuntaste tú, la Ley “Mordaza” para defenderse a sí mismos y a sus intereses; y el otro, y si no al tiempo, una nueva ley electoral que les permita una buena cuota de poder o la posible turnicidad en él, y así perseverar en su mundo de privilegios.
La democracia no es patrimonio de la izquierda ni de la derecha, pero esta derecha extremeña que tan bien has descrito -en alianza con la que todavía acapara el poder absoluto sin divisiones que valga-, la que se mofa de los gestores que vienen sin corbata, sin oposiciones, sin pedigrí; la que se burla de las legítimas utopías que todo líder debería atesorar, la que tacha de inexpertos (debe ser para robar) a estos jóvenes que están ilusionando a otros muchos jóvenes; esta derecha, la que ha infligido tanto sufrimiento a los más débiles, la que solo acierta cuando rectifica; la que tanto ha mentido, robado, amedrentado; la que sigue legislando para bordear sus propios delitos y no para procurar el bien común; esta derecha que solo consigue aliarse consigo misma -y por algo será- nunca fue, no es y nunca será, una opción para un cambio de progreso: hay otras derechas, pero no están aquí.
Recibe un afectuoso abrazo, Pedro.
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