San Fernando, o más propiamente Fernando III el Santo es con mucho el mejor representante de este nombre tanto en el orden de la ejemplaridad de su conducta, como en el orden político. Se podría decir de él que le persiguió la suerte, que por supuesto mereció cumplidamente; de lo contrario no le hubiese acompañado durante toda su vida. Él conquistó a los moros en 30 años lo que no consiguieron en 300 años los reyes que le precedieron. Su finísima inteligencia, unida a su espíritu emprendedor, hizo ... (ver texto completo)