Ya tenía leído este contrato docente, y muchas de esas cosas se siguen haciendo hoy. Lo que más me llama la atención es que es de 1923, año en que nació mi padre, cuya madre, su hermanastra y su hija (o sea yo), todas salieron maestras. Vamos, que no creo en casualidades! Bendiciones para ti, guapa.
Yo Nora, sobre este antiguo contrato de maestras, solo puedo decir que nada
tiene que ver con lo que yo viví, eran otros años más cercanos y en el mundo
rural que la cosa cambia mucho, la maestra de Sotobañado vestía conforme a la
moda de esos años, que de por sí ya era recatada, ausente de pronunciados
escotes y el largo bajo la rodilla, (el pantalón femenino aún era tabú).
En lo referente al uso o no de las enaguas, creo que en cualquier tiempo pasado
era difícil de constatar. Sobre los maquillajes, pinturas y tintes en un pequeño pueblo no tenía fácil acceso a ellos y quizás el sueldo tampoco daba para tanto; siempre fue muy usado este dicho: "Pasa más hambre que un maestro de escuelas".
Cuando relevaron al maestro de los niños, vino a cubrir la plaza un gallego
joven y soltero, con el que pronto empezó un noviazgo que terminó en matrimonio.
Lo clasificado de la A a la D, tampoco existía como cumplimiento, el aula tenía
el suelo de tarima y lo barrían por turnos las niñas más mayores, lo mismo que
encender la estufa que era de leña y siempre fuera del horario escolar.
La clase de los pequeños que era estilo glorieta se encargaba de encenderla
con antelación el Sr. aguacil.
Esto es lo que yo puedo contar. Un beso.
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