Holà Cynthia! Soy Pilar. Mi madre se llama Inès Martin (hija de tu tio abuelo Paulino) tuvo El gran placer de verte hace dos anos en Lagunilla. Mi hermano Agustin acaba de decirnos que has enviado un mensage por internet para avisar de tu venida. Mi madre pregunta cuando llegais a ESpana para coincidir con vosotros. Le daria mucha alegria ver a tu mama y tu. Aqui tienes mi direccion electronica para comunicar directamente. pili. bisca@gmail. com. Un abrazo puy fuerte y hasta pronto. Inès y Pilar
Cynthia, como ves rápidamente aparecen familiares que desean contactar con vosotras, de lo cual me congratulo. Tenemos la suerte de vivir una época y en unos países que nos posibilita tener contacto rápido y fluido con otras personas, con independencia del lugar en el que residan.
¿Qué dirían nuestros abuelos que vieron partir a padres, tíos, hermanos, etc., a lugares lejanos en busca de una vida mejor y con muchas posibilidades de no volver a saber de ellos, si conocieran estos nuevos sistemas de comunicarnos?
Entonces se partía con la ilusión y la esperanza de una vida mejor a la que el terruño podía ofrecer. La marcha no estaba exenta de tristeza por abandonar a familiares y tierra. En muchos casos, la despedida, suponía decir un adiós definitivo, pues el reencuentro se producía en muy contados casos.
Existía la posibilidad de comunicarse mediante carta, aunque se tardara semanas o meses en recibir las misivas y otro tanto recibir respuesta. No obstante, para buena parte de quienes se iban o permanecían, otro problema era la generalización del analfabetismo, puesto que la enseñanza no llegaba a todos los lugares y personas, no tenía el carácter universal con el que ahora la conocemos; en buena medida dependía de la disposición de los ayuntamientos para pagar un maestro, que existiera alguna organización social o sindical que ofertara la enseñanza como una de sus razones de ser, o que las familias pudieran “distraer” del trabajo a los niños para que acudieran a los escasísimos centros habilitados para enseñar y aprender.
En ocasiones, alguno tenía la suerte de regresar y, su retorno, era aprovechado por quienes no podían hacerlo para enviar un mensaje o algún pequeño presente que daba fe de su existencia y de lo bien que estaba. Lo mismo sucedía, si otro paisano más llegaba a la tierra de promisión; éste hacía de transmisor de cuanto había acontecido en el pueblo, informando de la situación de los familiares allí quedaban.
Hoy, para quienes tienen que abandonar su patria y familia, siendo los sentimientos y deseos idénticos a los de nuestros antepasados, les es más fácil y llevadera su estancia lejos, pues ahora tenemos otras posibilidades que, aunque la distancia sea larga en kilómetros, nos permiten estar al tanto los unos de los otros. Uno de estos servicios, quizá el más novedoso y revolucionario, sea Internet y las varias posibilidades que nos permiten comunicarnos e interactuar a larga distancia en tiempo real. ... (ver texto completo)
¿Qué dirían nuestros abuelos que vieron partir a padres, tíos, hermanos, etc., a lugares lejanos en busca de una vida mejor y con muchas posibilidades de no volver a saber de ellos, si conocieran estos nuevos sistemas de comunicarnos?
Entonces se partía con la ilusión y la esperanza de una vida mejor a la que el terruño podía ofrecer. La marcha no estaba exenta de tristeza por abandonar a familiares y tierra. En muchos casos, la despedida, suponía decir un adiós definitivo, pues el reencuentro se producía en muy contados casos.
Existía la posibilidad de comunicarse mediante carta, aunque se tardara semanas o meses en recibir las misivas y otro tanto recibir respuesta. No obstante, para buena parte de quienes se iban o permanecían, otro problema era la generalización del analfabetismo, puesto que la enseñanza no llegaba a todos los lugares y personas, no tenía el carácter universal con el que ahora la conocemos; en buena medida dependía de la disposición de los ayuntamientos para pagar un maestro, que existiera alguna organización social o sindical que ofertara la enseñanza como una de sus razones de ser, o que las familias pudieran “distraer” del trabajo a los niños para que acudieran a los escasísimos centros habilitados para enseñar y aprender.
En ocasiones, alguno tenía la suerte de regresar y, su retorno, era aprovechado por quienes no podían hacerlo para enviar un mensaje o algún pequeño presente que daba fe de su existencia y de lo bien que estaba. Lo mismo sucedía, si otro paisano más llegaba a la tierra de promisión; éste hacía de transmisor de cuanto había acontecido en el pueblo, informando de la situación de los familiares allí quedaban.
Hoy, para quienes tienen que abandonar su patria y familia, siendo los sentimientos y deseos idénticos a los de nuestros antepasados, les es más fácil y llevadera su estancia lejos, pues ahora tenemos otras posibilidades que, aunque la distancia sea larga en kilómetros, nos permiten estar al tanto los unos de los otros. Uno de estos servicios, quizá el más novedoso y revolucionario, sea Internet y las varias posibilidades que nos permiten comunicarnos e interactuar a larga distancia en tiempo real. ... (ver texto completo)