MÁS ALLÁ DE ATAPUERCA
Hace muchísimos años, posiblemente no hubiera más que un mundo tranquilo y diferente. Seguramente un griterío de monos en algunos lugares del planeta, pero ahora en este mundo bullicioso, tan cercano al valioso yacimiento de Atapuerca, hay una inquietud, al haber encontrado una mandíbula humana datada de 1.200.000 años, (“más o menos”), Entre huesos y misterios humanos, existe un evidente afán divulgador lleno de fantasías y ambiciones.
Ese gran escenario prehistórico de la sierra de Atapuerca, nadie pone en duda que es un tesoro arqueológico para nuestros científicos. (Encontrado en Burgos). Quizá exista también en otros lugares, pero de momento los paleontólogos centran la atención ahí. Y es curioso, los dientes son fósiles eternos, pero cuando cumplen su función dentro del organismo, dentro de la boca a veces también se pudren. Y la ciencia descifrando, como si de una gran piedra rosetta se tratara. Algunos más que otros, nos permiten comprenderlo, como Champollión nos van descifrando la peripecia de la evolución humana.
En Santander hemos tenido una exposición itinerante y, conferencias en el ateneo. No dejan de ser vistas con cierta curiosidad. Los expertos las miran con excesiva familiaridad. Por ejemplo; los encuentros de los neandertales con los cromañones. Lucy una australopitheca, muy simpática, al Chico de la Gran Dolina o a Miguelón, (el pobre, con un flemón que le desfiguraba la cara).
En mi opinión, hay una excesiva interpretación de la odisea humana. Posiblemente no haya otro medio de entendimiento, aunque para los neófitos no entendamos bien los cálculos y las formas de los fósiles, que llevan a explicar tal aseveración. Analizar los elementos hallados y recomponer el puzzle de un esqueleto con trocitos de huesos esta muy bien, pero saber como pensaban y sentían es algo mucho más complejo.
Todos mis respetos para los que trabajan en las excavaciones, en los hallazgos en la sima de los huesos tan minuciosamente, pero yo creo que las verdades de hace 400.000 o más años, son relativas. Entiendo la ilusión de mostrar al mundo algo importante en arqueología, algo que la presencia humana esperaba ser revelado. Entiendo muy bien que la vanidad que a veces puede cegarnos un poco. (¿Si levantar la cabeza Charles Darwin…?). No hay que olvidar que es una ciencia, como todo, en la que nos encontramos al principio del curso. Tenemos que aprender mucho de todo, hasta de la humildad, que no hay ciencias exactas. Ya decía Sócrates. “Sólo se que no se nada”. Puede que mañana se descubran cosas que puedan refutar esta verdad. Quizá algún día alguien nos diga que ya se puede escanear un pedazo del cráneo, más bien el cerebro… del chico de la Gran Dolina.
Es encomiable tanta credulidad y, yo no niego que todo sea cierto, pero hay que mirar esta cuestión como algo mágico, algo que se pueda comprender dentro del capítulo de la odisea humana. No con la ingenuidad que ahora nos lo muestran en la televisión. Quiero recordar la película “En busca del Fuego”. La epopeya imaginada de nuestros antepasados, algo de lo que no podemos abandonar en nuestra frágil condición humana. Hablar de simbolismos, de compasión incluso, es pura fantasía. Algo que a los soñadores nos gusta hablar, de poesía.
Hay un camino largo que descubrir en la historia de la humanidad. Hasta ahora se ha encontrado una aguja en un pajar, pero muy importante para saber de nuestra propia especie, sobre todo de donde venimos y, hacia donde vamos… El Homo sapiens, muy sapiens, ojala nos siga descubriendo las claves y los misterios que nos envuelven, que nos digan quienes demonios somos de verdad, más allá de Atapuerca.
Jacinto Herreras Martín
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