Pepe se siente cariñoso y le dice a Manuela:
- Manuela, cada día estás más linda.
- Ay, no seas tan exagerado —dice ella, ruborizándose. - Bueno, cada dos días.
buenos dias, me pase hace unos pocos dias pero no mas, voy rapido.
buenos dias. pues ya ves, si va bien pero, yo no estoy perdido o mira los comentarios, no serás tu.
adios
Que le dijo un platano a otro platano? -somos platanos! y que le dijo una manzana a otra manzana? -no somos platanos!
Esta era una vez caperucita roja que iba por el bosque, cayo la noche y la aplasto.
Dice que iba una vez una zorra estadiounidense cruzando la frontera de estados unidos en el momento en que un perro panameño se estrella con esta. La zorra le dice muy educada - I am sorry- y el perro panameño le contesta - you are perry-
Había una vez un hombre tan flaco, pero tan flaco, que limpiaba mangueras por dentro.
Había una vez una mujer tan gorda, pero tan gorda, que cuando se ponía tacones sacaba petróleo.
Había una mujer tan gorda, pero tan gorda, que cuando se caía de la cama, se caía de los dos lados.
Había un hombre tan feo, pero tan feo, que cuando picaba cebolla hacía llorar a la cebolla.
Había una mujer tan gorda, pero tan gorda, que cuando se pesaba, la balanza decía: Continuará...
Había una vez una ciudad tan seca, pero tan seca, que las vacas daban leche en polvo.
Había una mujer tan, tan gorda, que para darle el abrazo de año nuevo tenían que empezar desde septiembre.
Había una vez un chico tan tonto, pero tan tonto, que un día se quedó encerrado en un supermercado y se murió de hambre.
Había una vez un hombre tan pequeño que se subió encima de una canica y dijo: ¡El mundo es mío!
Había una vez un hombre, tan feo, tan feo, que lo contrataron para quitar el hipo.
Había una vez un ratero, tan, pero tan tonto que cuando robaba una tienda, se llevaba los maniquíes para no dejar testigos.
Había una vez un hombre tan pequeño, tan pequeño, que en vez de viajar en metro, viajaba en centímetro.
Había una vez un señor tan flojo, tan flojo, que soñó que estaba trabajando y amaneció cansado.
Había una vez un hombre tan viejo, pero tan viejo que vio el arcoiris en blanco y negro.
Había una vez un hombre tan tacaño, pero tan tacaño, que cuando veía la misa los domingos por la televisión, la apagaba cuando llegaba la parte de las ofrendas.
Había una vez una señora tan gorda, tan gorda, pero tan gorda, que su ángel de la guarda tenía que dormir en otro cuarto.
Había una vez un tipo que tenía tan mala suerte, que montó un circo y le crecieron los enanos.
Había un hombre tan, tan, pero tan, que se creía campana.
Había una vez una vaca que se comió un vidrio, y la leche le salió cortada.
Había una vez una mujer tan fea, tan fea, tan fea, que un día se encontró con una tribu de indios y estos le dieron un caballo para que se escapase.
Había una vez una persona tan pobre, tan pobre, tan pobre que no tenia ni hambre.
Había una vez una ollita que no quería ser olla, y las otras ollas le insistieron y la presionaron tanto para que lo fuera, hasta que se volvió una olla a presión.
Había una vez un hombre tan feo, tan feo, que fue a un concurso de feos y lo perdió por feo.
Había una vez una señora que tenía un ataque de risa, y un ataque de risa, y un ataque de risa. Un día la señora se murió e inmediatamente fue traslada para hacerle la autopsia, ¡y no dieron con el chiste!
Había una vez un chiste tan, pero tan malo que le pegaba a los chistes más pequeños.