De palomas y halcones (3-10-2006)
Caprichos de la fonética, el castellano endurece la suave x vascongada (pronúnciese sh) para convertirla en una sonora j. Es así como topónimos o antropónimos vascongados como Xabier, Xamar o Taxoare devienen históricamente en Javier, Jamar o Tajonar al ser pronunciados por gargantas castellanas, unas gargantes que coinciden milimétricamente con las que daban el marchamo de oficialidad a los nombres de personas y cosas (los conflictos lingüísticos, tanto ayer como hoy, son casi siempre cuestiones de poder). Es así como el nombre de Uxue, que una tradición popular de siglos hace derivar de la palabra usoa (paloma), pasó a convertirse en Ujué en algún momento de su historia. A diferencia de otros pueblos del sur de la Zona Media, donde el euskara desapareció hace más de dos siglos, Ujué ha conservado la memoria histórica de su nombre original, simbolizado en la paloma que acompaña a una de las conocidas imágenes de la Virgen que presiden el templo románico de Santa María. Patxi Salaberri podía haber elegido otro lugar, pero quiso que fuera el pueblo que le vio nacer el escenario de su entrada oficial en Euskaltzaindia como académico de número. Lo hizo repasando los abundantes testimonios dejados por el euskara en su localidad natal. El viernes pasado, tras doscientos años de ausencia, la lengua vasca volvió a resonar en el salón de plenos del Ayuntamiento de Uxue/Ujué. Salaberri se ha convertido así en el primer miembro de la la Real Academia de la Lengua Vasca nacido en la Merindad de Olite, una zona que la actual Ley del Vascuence considera en su totalidad como no vascófona. Habrá a quien el tema le parezca pura anécdota, cuando no una anomalía o una excepción a la regla. En realidad es una prueba más de lo absurdo y arbitrario de una zonificación a la que se aferran como a una trinchera esos halcones lingüísticos que son los partidos actualmente mayoritarios en Navarra. Ongi hasi haiz, Patxi. Aunitz urtez.
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