
Marcelino Cid, a esos mártires les aplicaron la particular inquisición de esos países. Tomate una cañita en una terraza, contempla los maravillosos geranios y claveles de los balcones del alrededor, oye el sonido de los revoltosos gorriones encelados de la primavera, conjuga el verbo de los sonidos de las bocinas y pitidos de los automóviles y las raíces de tu particular mandrágora te reportaran los verdaderos frutos que tu árbol que resultaran sabrosos al eco de tus palabras.
Saludos.
Saludos.