La otra parte de esta “realidad absurda” tiene su origen en cuestiones que superan los límites de los odios personales y de una época más alejada: la famosa Transición Española, cuando se pasó de la dictadura a la democracia. Para conservar la ‘santa paz’ en casa, España decidió que no habría venganzas, ni apenas limpiezas en el aparato del Estado, sobretodo en la judicatura, donde no hubo “borrón y cuenta nueva” y los jueces seguían siendo los que Franco había nombrado y, en buena parte, son ahora ... (ver texto completo)