Se está especulando sobre la contradicción de la Ley de Extranjería y la Ley de Régimen Local. Por la primera se desprende que cualquier persona que se encuentre en situación irregular, debe ser expulsada del territorio nacional. Por la segunda, se obliga a las administraciones locales, a empadronar a esas mismas personas. Aunque no soy experto en derecho, pienso que ambas leyes son compatibles. Mientras la primera trata de evitar la entrada ilegal de inmigrantes¸ la segunda intenta controlar a estos colectivos, para conocer la existencia de los mismos y asegurarles educación y sanidad; ya que son seres humanos y, como tales, tienen unos derechos reconocidos por la Asamblea General de Naciones Unidas que el 10 de Diciembre de 1.948, proclamó la Declaración Universal de Derechos humanos:
Artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.
Hace mención en artículos posteriores a la libre circulación entre territorios, aunque todos sabemos que leyes nacionales posteriores se oponen al cumplimiento íntegro de la misma. Las personas que dejan su patria, para buscar trabajo en el extranjero, no lo hacen por gusto; lo hacen porque en sus países, las condiciones de vida son deplorables. Entendemos que aquí no cabe todo el mundo, pero un poco de comprensión y respeto, sí que merecen estas personas.
Un abrazo, amigos de Deza
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