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3. Cuando das un beso te estás sometiendo a un examen
Es probable que los letristas de bachata que pondrían bote para silenciar a Larry Young tampoco escatimasen en la aniquilación de los investigadores de la Universidad de Oxford Rafael Wlodarski y Robin Dunbar. En un artículo que publicaron en octubre de 2013 en la revista Archives of Sexual Behavior, convirtieron el acto romántico y misterioso del beso en algo más parecido a unas oposiciones a técnico de la administración civil.
En su planteamiento, ya perverso de partida, trataban de explicar por qué pudo aparecer un comportamiento aparentemente absurdo y potencialmente peligroso. Para empezar, hicieron una clasificación de los individuos que pueden ser más selectivos a la hora de elegir pareja.
Entre hombres y mujeres, la respuesta parecía clara. Ellos las parasitan a ellas haciéndolas cargar durante nueve meses con su material genético en un trato desigual que se prolonga durante la lactancia. Para compensar, ellas se habrían vuelto más selectivas con los machos de los que se rodeaban, tratando de favorecer a aquellos que más inclinación mostrasen a ayudar en la laboriosa crianza de un bebé humano.
En segunda posición de exquisitez a la hora de seleccionar a la pareja se colocaron a los hombres y mujeres que se consideran más atractivos a sí mismos y a quienes suelen tener más sexo sin compromiso, dos grupos que, según algunos estudios, suelen ser más selectivos.
La encuesta comprobó que, en general, las mujeres valoran más los besos que los hombres y que las personas atractivas de ambos sexos también los tienen en mayor estima que quienes no se ven tan apetecibles o casi nunca tienen sexo sin compromiso.
Esta conjunción entre los individuos más selectivos escogiendo sus parejas y el gusto por los besos hizo concluir a Wlodarski y Dunbar que existe una relación entre el beso y el proceso de selección de pareja.
En otro trabajo que tampoco les hará ganarse el afecto de los compositores de bachatas, estos dos mismos individuos comprobaron que la menstruación cambia el sabor de los besos en la boca.
Por un lado, durante la etapa del ciclo menstrual en la que las mujeres tienen más posibilidades de quedarse embarazadas valoran más los besos que en la etapa en que las probabilidades de embarazo son menores.
Estudios anteriores habían observado que las mujeres en esa misma etapa buscan hombres más masculinos, socialmente dominantes y con rostros simétricos, todas señales de que el macho tiene genes de calidad.
Esa elección, no obstante, tiene una contrapartida importante, porque todos esos rasgos se relacionan también con la infidelidad y una menor preocupación por los hijos.
Quienes teman que, como decía Keats sobre el arco iris, la ciencia acabe con la poesía del amor, pueden encontrar cierto consuelo en saber que la investigación también nos ha enseñado algunos resortes que ponen coto al raciocinio en temas amorosos.
Cuando unimos nuestros labios a los de la persona deseada, se desprende serotonina, en un proceso que tiene similitudes con el observado en personas con trastorno obsesivo compulsivo, o dopamina, una sustancia adictiva que puede estar detrás del insomnio o la falta de apetito que sufren algunos enemorados.
El amor, lo expliquemos como un científico de Oxford o como un letrista de bachata, no parece en peligro de extinción."
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