LENGUAJE Y ¿FEMINISMO? L. García
Supongamos que en las noticias de la tele oyen a la locutora decir algo parecido a lo que sigue:
"Los españoles y las españolas somos los ciudadanos y ciudadanas más ruidosos y ruidosas de todos los europeos y todas las europeas". Más de uno pensaría que detrás de esa cara amable de los informativos está una persona que le ha atizado de lo lindo al güisqui, o similar, o que desconoce las más elementales reglas de esa lengua hermosa que es el castellano, o que es tonta de remate. ¿Ciencia ficción, desvaríos del García, o el chiste del jueves –por el día de hoy, que la revista se escribe con mayúsculas-? Pues nada de eso. Ese, o parecido, es el libro de estilo que se utiliza en algunos medios oficiales por decisión de políticos (y políticas, claro) demagogos (y demagogas) presionados por miembras analfabetas que confunden la velocidad con el tocino o las témporas con el culo. O sea, el respeto que se merece la mujer y cualquier ser humano -hombres incluidos- con esta confusión de los términos. Quien se tome la molestia de leer, por ejemplo, el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) verá que es cierto lo que digo. De nada sirve que tengamos una RAE (Real Academia de la Lengua) y que el común de los mortales no hable así. Estas cosas, por decreto, o por debajo del arco del triunfo. Con razón decía un conocido escritor que leer el BOJA produce efectos laxantes; tantos, añado, que es probable que los fabricantes de estos productos se querellen con la Junta por competencia desleal.
Si lo que se trata es de combatir el machismo y conseguir la igualdad y el respeto que cualquier mujer se merece, pensamos que éste no es el mejor camino.
Un saludo.
Nota: En otro mensaje, anda.
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