¡Cruac! A mi, como si se la machaca,
díjole el cuervo a la urraca
cuando ella en plan farruca
daba vueltas a su matraca.
Tenga en cuenta señorita,
que es negra con pintitas
blancas y no melosa gatita
ornada con puñetitas.
Que se posa sobre dos patas,
lo que no hace la felina gata
cuando se desplaza a gatas,
salta, hace presa y mata.
Asín que ojo al dato,
soy córvido, no mentecato
y negro igual que aquél gato
que no usa en el tejado zapato.
Lúzcase cuanto le plazca
con su bicolor plumaje
ora negro, ora de nácar,
mas desista del marcaje.
Mire usted que los rapaces
suben alto, cogen brío
en el picado y son capaces
de hincar garras al más cabrio.
Que, aunque esté en su aquelarre
junto con Pan y en su Arcadia,
no frenará el atlético demarraje
que le desposeerá de la canonjía.
Asina que ya lo sabe,
déjese de flirtea
y olvídese de tonteá
con las cosas de comé.
Salud.
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