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Hablando de periodistas, historias e historiadores, a mi, mocita manca y descabezada, hay unas que me gustan mucho, están en los cuatro evangelios que han sobrevivo de los más de veintitantos que
nos dejaron los discípulos de Jesús el Crucificado.
El tema éste, ni sé el porqué de que se me haya venido hoy al tarro; quizás sea porque la prensa escrita y la otra también, está a rebosar de pretorianos por Catalunya, gürteles por los madriles y el Levante y cajas de ahorro por la parte de las Andalucías. Y otros que irán saliendo.
De los evangelios, destaca por su importancia, la detención, el proceso y por último, la ejecución de Jesús. Ocurrió en la Jerusalén de hace más de dos mil años. Por entonces, el territorio estaba ocupado por legionarios [los de Cristo no, esos son más de nuestros días] del emperador romano y el jefe militar “virrey” era un tal Poncio, que es lo único que se sabe casi de cierto.
El caso es que al parecer pasó, y fue detenido a instancias de las fuerzas políticas locales, (fariseos y demás), puede que porque estaban dolidos debido a que había expulsado del templo a latigazo limpio a los comerciantes y otros palomos o pléyades que hacían sus negocios en el interior.
En el magnicidio o deicidio, tomaron parte un porrón de gente: flageladores, centuriones, decuriones, legionarios de las fuerzas de ocupación, carpinteros, los verdugos que clavan sobre el madero los brazos y las piernas del reo, jueces del sanedrín que lo consideraban culpable y que las ofertas conciliadoras de Poncio, los que empapan una esponja en vinagre para acercarla a los labios del agonizante, los que le ensartan con una lanza en el costado... etc. etc.
Y es que hace falta mucha gente para matar a alguien de manera organizada.
Pero hasta nuestros días no ha llegado el nombre de toda aquella gente que participó de una u otra manera en la ejecución, sólo el nombre Poncio Pilatos, el del político. O sea, que el culpable de los asuntos estos de corrupción que nos ocupan y de los desmanes que se produzcan, no son ni serán cuando pase el tiempo, los autores, los cómplices ni los encubridores. Se dirá: en tiempos de Pepe Luís Rodriguez Zapatero, pasó esto o lo demás allá. En tiempos de Jordi Pujol, paso lo que pasó. Que por aquella época, había una lideresa con un mando secundario por los madriles llamada Esperanza y por Valencia un señor bien atalajado, será algo que no importe mucho.
Pero puede, que ni estos que menciono, pasen a la historia, porque se hablará de la primera gran crisis de los mercados estando el euro en funcionamiento, y como en este campo hay tantos jaramagos que cortar, lo más seguro es que mencionen a un señor de piel negra de nombre Obama que era el jefe del imperio a la sazón.
Para pasar a la historio, me parece, hay que ser, además de honesto y parecerlo, valiente, inteligente, y tener mano de hierro para denunciar, detener y procesar y condenar, a aquellos que no cumplen con su obligación de representar bien y fielmente a los ciudadanos y, aprovechan el cargo o los cargos en beneficio propio
Veo, mocita, que la cosa esta está muy relajada y las sensaciones que me llegan, es que hay algunos señores y señoras dedicados a esto de la política, para alimentarse de los presupuestos y de las dádivas de empresarios generosos que aprovechan la coyuntura para inflarse bien los bolsillos.
Cuando pase el tiempo, nos habremos olvidado de los nombres de Bigotes, Correas, Fabras, Prenafetas y otros. Puede que nos acordemos de los sonoros e inmensos silencios.
Y lo que atisbo sobre los que quieren gobernar como sea, es eso, una especie de catecismo lleno de buenas intenciones pero que, al parecer, las interpretan como que son los demás quienes tiene que cumplirla porque, ellos, están muy por encima de esas pequeñeces.
Eso sí, a España la quieren muchísimo.
Salud.
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