El escritor extremeño Víctor Chamorro (Monroy, 1939) ha pagado muy cara su independencia creadora. Quedó finalista del Planeta dos años seguidos y publicó con algunas de las más importantes editoriales españolas, las mismas que después le dieron la espalda a unos escritos que ahora rescata su hija Maite con Planteamiento Editorial, un proyecto en el que, como ella misma dice en el prólogo de 'Guía de bastardos', la primera novela que publica, empeña «con nerviosa alegría» su tiempo y su cuenta corriente.
- ¿Cuándo escribió 'Guía de bastardos'?
-Pues hace 25 años, pero ahora le he dedicado otros cuatro años y ha quedado poco de aquello.
- ¿Lo ha revisado?
-Lo he rehecho completamente.
- ¿Qué tenía de malo la primera versión?
-No tenía nada de malo. Lo que he hecho ha sido meter la anécdota vital, la historia de un bastardo hijo de un noble que quiere limpiar el nombre de su madre, dentro de un marco donde recupero 15 años fundamentales de la historia de Extremadura, que se han estudiado muy poco. Eso es lo que no tenía antes el libro, la recreación histórica que hago desde los años veinte hasta el año 36. Extremadura era entonces una tierra de súbditos, casi de esclavos del campo, con estructuras y normas absolutamente feudales que en otros sitios ya se habían superado, pero aquí no había habido revolución industrial, ni luces, ni Enciclopedia, ni nada.
- ¿Qué ocurrió en esos años?
-De repente se produce una cosa extrañísima, y es que el discurso del extremeño sosegado, con paciencia, manso, el que había impartido la Iglesia De repente vienen los partidos de clase, los socialistas y los anarquistas, y en 15 años se produce una transformación tan increíble que durante la República, de la mano de la Federación de los Trabajadores del Campo, el pueblo extremeño va a protagonizar una epopeya; el pueblo unido va a dar identidad por primera vez a Extremadura. Toda la prensa de aquella época y los tratadistas de las revoluciones del campo dieron cuenta de que en mayo de 1936 unas 80.000 familias de yunteros deciden ocupar las tierras que la República les había prometido y no les había dado. Lo hacen tan perfectamente que, cuado llegan las noticias a Azaña, quiere movilizar al ejército para desalojarlos, pero los mandos de la Guardia Civil le advierten que los yunteros están tan decididos que de allí no se les saca más que muertos, y no le queda más remedio que legitimarlo. Esos años que recupero en el libro se han estudiado muy poco.
- ¿Afirma usted que aquel acontecimiento fue el origen de la identidad extremeña?
-Sí, ahí nació. Hasta ese momento nunca el pueblo actuó solidariamente y unido. Ahí encontraron un germen de identidad que provenía de la solidaridad. Todo vino de las enseñanzas que aceleradamente habían recibido en las casas del pueblo, que cambiaron el discurso de mansedumbre que había extendido la Iglesia, e incluso los propios poetas de la tierra, con todo eso de los buenos amos y los buenos criados. En muy pocos años el cambio fue total.
-Luego aquello terminó.
-Luego triunfaron los fascistas, o los que se alzaron contra la República constituida, y les obligaron a devolver las tierras ocupadas. En lo que han incidido todos los autores es en el orden con el que se produjeron las ocupaciones, no como un acto revolucionario de rapiña, sino como un acto de justicia. Estaban convencidos de que la República se había reído de ellos, porque en comparación con lo que se les había prometido, lo que se les dio fue una cosa ridícula. El libro es un homenaje a los que quedan de aquella República, de aquellos movimientos obreros, que son muy pocos porque se han ido muriendo o porque los mataron.
- ¿Envió a las editoriales esta segunda versión antes de que su hija decidiera publicarla?
-Sí, pero no hubo respuesta. Así es como están las cosas. Aquí tienes que pertenecer al grupo de escritores de la casa, porque si eres independiente tienes muchas dificultades, aunque bueno, siempre hay algún resquicio por el que te puedes meter.
- ¿De quién fue la idea de crear Planteamiento Editorial para publicar sus obras?
-De mi hija. Ella lleva toda la vida asistiendo a los envíos a las editoriales, y a los rechazos. Me propuso ir sacando toda la obra que tengo inédita y además recuperar la que está descatalogada. A mí me pareció bien.
- ¿Guarda rencor a las editoriales?
-No. Además, he publicado en varias de las editoriales más importantes. Hoy no se buscan héroes de la literatura, sino héroes del mercado. Si tú escribes pulcramente y tu obra tiene un contenido ideológico, unas ideas, eso resulta que es un lastre.
-Pues y0 he leído parte de esta novela y no veo por qué no puede ser comercial.
-Eso es lo que yo siempre he pensado. Las dificultades provienen de que quieres ser un escritor independiente y no estás metido en los grupos, que cada uno tiene sus medios de comunicación y sus editoriales.
-Usted quedó en dos ocasiones finalista del Premio Planeta. ¿De haberlo ganado habría sido distinta su carrera como escritor?
- (Pausa larga) Creo que me habría perjudicado mucho.
- ¿Por qué?
-Porque aquello fue una lección, perder dos años seguidos el Planeta y después quedar segundo también en otros premios importantes Yo no estaba preparado para eso con 18 ó 19 años, y creo que me hubiera venido mal. Perder tan joven esos premios tan importantes después de estar a punto de ganarlos podría haberme destruido la vocación, pero me hizo ser más fuerte y ver las cosas con más distanciamiento.
-Después de aquello se marchó mucho tiempo a Madrid para dar clases, pero nunca entró en los círculos literarios. ¿Por qué?
-Mis relaciones con el mundo de la literatura siempre han sido por correo ordinario. De mi casa al trabajo tardaba hora y media en metro, después tenía seis horas de clases y otra hora y media para volver. Si hubiera dedicado el resto del tiempo a las relaciones públicas no hubiera podido escribir, aunque pensándolo bien, a lo mejor escribiendo menos hubiera tenido más éxito dedicándome a las relaciones públicas. Pero las relaciones sociales exigen dinero, y yo tampoco lo tenía. No se pueden hacer las dos cosas: o escribes o te relacionas.
-Ahora que se ha jubilado sí dispondrá de tiempo.
-Ahora sí. Antes tenía que esperar a que llegaran las vacaciones de Navidad o Semana Santa, aunque la verdad es que entonces me iba al pueblo y la mitad del tiempo lo pasaba tomando copas. (Ríe)
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