--No sé cómo fueron engañadas por la Tía Galga o cómo las atemorizó, total que admitieron en su casa a la bruja, que cambió de domicilio. Con la disculpa de un nuevo asalto, se refugió en casa de sus vecinas durante una larga temporada. La pobre viuda y su sobrina metieron el demonio en su casa. Decían ellas que a los pocos días aquello era el terror vivo. Las mulas que tenían en la cuadra aparecían misteriosamente en el corral a media noche sin que nadie las soltase. Y los arados eran atados a los ... (ver texto completo)