REFLEXIONES.
EL SEGUNDO RENACIMIENTO Y LA SEGUNDA TRANSICIÓN.
Bajo este título intento reflexionar y analizar, desde mi punto de vista, una realidad que nos invade y afecta a toda la sociedad, desde lo más general a lo más local, y que no pretende adoctrinar, porque, como toda reflexión es un acto personal.
Con "Segundo Renacimiento" quisiera instar a un cambio en la concepción e ideario de lo que supone la religiosidad ancestral católica en nuestro ámbito y desterrar, a mi modo de ver una práctica tan artificial como ficticia basada en el ceremonial y la puesta en escena de los "creyentes" que en determinados eventos supone una escenografía absurda, cuando no ficticia.
Con ello reclamo una religiosidad más intimista, sincera, autenténtica, alejada de convencionalismos y alardes de devociones exageradas de cara a lo público, como fariseismos impropios de nuestro tiempo. Pretendo retrotraerme a los Erasmistas, a los Krausistas, Juan Luis Vives, etc., una religiosidad intimista, profunda y personal que traforma a la persona y actua en sociedad en justa consecuencia.
En este contexto se acercan, después de los carnavales, unas fechas muy arraigadas en el sentimiento y las costumbres de nuestros pueblos en los que todos vivimos con más o menos "pasión" un acontecimiento religioso. En esta manifestación religiosa, unos participan asistiendo devotamente a los actos religiosos programados, otros participan luciendo sus mejores trajes en las procesiones y portando imágenes en las mismas (aunque no asistan a misa durante todo el año), y otros simplemente asisten y creen en lo que hacen y participan con respecto a lo durante todo el año han creido y participado.
Para algunos la fe y la religiosidad supone una reminiscencia del pasado que por los designios políticos les suponen un acto social y de demostración al resto de la comunidad más que un sentimiento o un compromiso.
Con respecto a la "Segunda Transición", es evidente, y reconozco que no soy monárquico, ni tan siquiera, edulcorandolo como hoy se dide "Juancarlista".
Tengo un principio al que me aferro desde que tengo uso de razón política, (si alguna vez la he tenido), y no es otro que el que en una democrácia auténtica. Todo cargo público debe tener responsabilidad ante el pueblo, y como consecuencia de ello debe prestarse al consentimiento para el cargo que obstente a través de el voto popular.
No quiero pecar de hipócrita y reconozco el papel desempeñado por nuestro monarca en la llegada y consolidación del sistema democrático que hoy en día disfrutamos, pero también pienso que a este país le falta después de 30 años una segunda transición que estructure y democratice el país con la elección popular de la Jefatura del Estado y avance en la funcionabilidad del actual "estado de las autonomias" y corrija sus defectos o carencias políticas y económicas que supone mantener un " ficticio estado federal" con los costes políticos y económicos que acarrea, así como las diferencias políticas centralistas y nacionalistas que alteran el desempeño y aplicación de políticas efectivas y homogeneas en todo el territorio nacional.
Si alguien piensa que este planteamiento es el de un ideal republicano y centralista, lo asumo, y es más, lo defiendo, como defiendo un sistema federal, no sustentado sobre sentimientos ideológicos nacionalistas, sino sobre una estructura territorial histórica que sea incluyente y no excluyente de la totalidad del Estado.
Un saludo a todos.
P. D.: Sanchez, un beso de parte Ana y las niñas. Dice que la próxima vez que vengas avises para invitarte a comer mis "preciadas migas".
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