Amigo Serafín, siempre estuve “por estos campos de la tierra mía” (como decía Don Antonio Machado), entre las encinas, de loma en loma, recorriendo las veredas con mis ovejas; vacío mentalmente (como los maestros budistas), dejándome llevar por la sensualidad de los sentidos: el “chi, chi, chi, chi….” de la mirla alertada, el triguero que ya va hinchando el pecho sobre las chaparras, la fresca hierba que al acariciarla parece como de verde seda, el rumor de los arroyos tan crecidos estos días, los ... (ver texto completo)
Perdón: "excepción".