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Mensajes de BLACOS (Soria) enviados por Alejandro Gonzalo:

Antes de que levantara la niebla y se pudiera ver el campanario de la iglesia, la noticia había corrido por todas las casas del pueblo. La zorra había hecho una excursión nocturna y había esquilmado algún que otro gallinero. Muchas víctimas entre los pollos, que esperaban con una crisis de ansiedad que llegara la Nochebuena, para pasar de escarbar entre las piedras y descubrir algún grano de trigo que otro, a estar en el mantel como manjar dispuesto a ser arrasado por la alegría navideña. Algunos ... (ver texto completo)
Estamos ya en plena precampaña, y algunos partidos llevan mucho trabajo adelantado. Os presento en absoluta exclusiva y en primicia para todos los lectores de esta página (y también para los de Torreblacos) el cartel electoral de uno de los partidos emergentes y que llega dispuestos a cambiar todas las formas de hacer política en Blacos y en lo que queda de universo. Lo suyo es, aunque parezca mentira en estos tiempos, prometer sólo lo que van a cumplir. Por eso en este momento pueden prometer y ... (ver texto completo)
La cortina de la ventana se había pegado al cristal. El frío exterior en contraste con el calor del salón había convertido el vidrio en una pantalla muda de humedad. Según cambiabas el ángulo de la mirada se dibujaban figuras caprichosas, que unas veces parecían monstruos peligrosos y en otros ángeles benditos que venían a salvar aquella alma solitaria que dormitaba al otro lado del hielo desangelado, que tendía su alfombra de invierno sobre una plaza vacía. El silencio a veces dejaba oír el roce ... (ver texto completo)
En estas fechas otoñales, o postveraniegas, te acercas a Blacos, te das un paseo por sus calles, buceas hasta en los más pequeños rincones y... lo más fácil es que vuelvas a casa si haber intercambiado ni un simple saludo. Y más allá de una mayor o menor educación, esa situación se produce simplemente porque no has visto a nadie. Usando los poemas de mi viejo amigo Joaquín Sabina, Blacos a estas alturas del año es un cuadro de desolado paisaje. El silencio espeso ha cubierto con su manto hasta el ... (ver texto completo)
Se puede nacer en Blacos, vivir casi un siglo a caballo de dos siglos diferentes, y sin embargo tener muchas dificultades para en el día del adiós hacer una foto fija de su vida. Es lo que pasa con Demetria y Gabriela. Gabriela vivía en Soria después de nacer en Blacos y estar casi toda su vida en Rioseco. Con su viaje, aunque cercano, se llevó casi todas las raíces que la podían sujetar a la memoria del pueblo. En su migración cercana apenas si dejó atrás un tenue recuerdo que se ha ido diluyendo ... (ver texto completo)
FIESTAS BLANCAS

Estos de la Organización Mundial de la Salud nos han creado un gran problema con decir que las carnes rojas incrementan el riesgo de padecer cáncer. ¿Qué hacemos ahora? Como se puede ver en la foto, tenemos el jamón casi recién empezado y esto nos crea enormes dudas, ¿Qué hacemos? ¿Lo tiramos? ¿Nos lo comemos? ¿Intentamos devolverlo aunque le falte ya una buena parte del lomo? ¿Se lo enviamos a la OMS y pedimos una compensación por daños y perjuicios? ¿Lo llevamos al híper y les ... (ver texto completo)
Aquel día guisó las lentejas tres veces la misma mañana, y no lo hizo más veces porque de repente se le olvidó como se encendía el fuego. Era el primer eslabón de una cadena de olvidos, porque el primer objetivo del alzheimer es aniquilar la memoria y el siguiente arrasar las defensas de familiares y cuidadores del enfermo. Después de quemar y volver a quemar las lentejas y de hacer cábalas sobre lo que le podía pasar, el neurólogo lo solucionó con una simple pregunta.
¿Sabe qué día de la semana es hoy?, Dijo que era jueves… pero era lunes. Y el diagnóstico fue tan inapelable como el dolor que recorrió todo el cuerpo de su hijo, que se quedó clavado en la silla como si lo hubiera fulminado el rayo de la amargura. Sabía muchas cosas de la enfermedad y por tanto en ese mismo segundo era consciente del tortuoso camino que se abría al otro lado de la puerta de la consulta del hospital. A veces es mejor la ignorancia, porque el desconocimiento en muchos casos evita los malos presagios. A partir de ahí sus vidas dejaron ser una montaña rusa para convertirse en un tobogán hacia el abismo. Toda las enfermedades son crueles, pero el alzheimer está en cabeza de la clasificación. Los síntomas comienzan a ser visibles antes de que se abra el pozo del olvido. La mirada comienza a perder intensidad y viveza. Te asomas al fondo de sus ojos y no ves nada, no responden a ningún estímulo, no muestran ningún sentimiento. Son los primeros en iniciar el viaje hacia la indiferencia. Después la cara, esa cara activa, expresiva, agradable, se va convirtiendo poco a poco en una máscara casi inerte, en la que las únicas señales de vida son una boca semiabierta, en un abandono de interés, y un pestañeo lento, irregular y como aburrido de su rutina. Donde antes había vitalidad, decisión, sorpresa, alegrías tristeza,... ya no queda ni siquiera dolor. Es como si de repente haces un viaje a la Antártida, saludas a una esquimal y esperas que haga algún gesto de reconocimiento. El abismo comienza a abrirse por los ojos y por la cara y el pozo negro del dolor de los hijos o de cualquier otro familiar, comienza a ser negro y punzante desde sus primeros huecos. En el enfermo se deteriora su físico al mismo ritmo que provoca agujeros en el corazón de los que están a su lado. Ya no hay rutinas, no hay actos reflejos ni hay costumbres. Cada día es una nueva incognita porque el enfermo de Alzheimer se transforma al mismo ritmo que lo azota la enfermedad. Un día se le olvida vestirse, otro día se le olvida tragar, otras veces parece que se ha recuperado y te dejas engañar con una brisa de esperanza... Es un azote continuo a la resistencia física y a la fortaleza moral de los que están a su lado. Llega un momento que esa ayuda no es suficiente, por falta de tiempo, por falta de conocimientos y sobre todo por falta de medios adecuados para que su último paso sea lo más seguro posible. Entonces al dolor de la enfermedad, se une el drama de la separación. Crees que la distancia va a acelerar el olvido y va a progresar en su abandono. Y ni un sólo día acabas satisfecho de lo que has hecho el día anterior. Hasta que te sientes en la oscuridad del sillón y te das cuenta que haces todo lo que está en tu mano y más, te reconoces a ti mismo que estás donde hay que estar y que el enfermo está donde mejor puede estar. Y si al encender la luz y levantarte del sofá no has llegado a esa conclusión, es mejor que tú también vayas al médico, y que llames a otra puerta, distinta de la del neurólogo. Con ello vas a conseguir cierta tranquilidad y mucha seguridad en tu comportamiento. Pero esto no va a impedir que cada día que abandones la planta en la que vive un nuevo puñal se clave en tus entrañas. Al principio sólo duelen pero después empiezan a sangrar. Y cuando sus lagunas en la memoria se convierten en océanos de olvido, resulta ya muy difícil detener la hemorragia. Todo comenzó un día en el que coció las lentejas tres veces, y todo se acabó cuando dejó de reconocer como su nieta a aquella niña rubia que se columpiaba en el parque de la Residencia. Entre una imagen y otra parecía que habían pasado siglos, pero en realidad habían transcurrido poco más de dos años.
Después, cuando le pones perspectiva, te das cuenta que es una enfermedad que pone a prueba a familias completas, que lleva al límite muchas relaciones y que algunas veces hace saltar todas las costuras. Por suerte ahora ya no hay que decirlo desde la experiencia individual, sino que hay hasta guías de comportamiento. Ya es más difícil caer en el error de que simplemente lo malo del alzheimer es el enfermo que los sufre. Ahora hay un conocimiento generalizado de que la familia también sufre la enfermedad. Con otros síntomas y con otras consecuencias, pero no menos graves, y si se gestionan mal con resultados muchos más desastrosos que la pura enfermedad. El enfermo acaba perdiendo la consciencia de su mal, y sin embargo el familiar cada día aumenta su angustia y ansiedad por la situación que está viviendo. Al cansancio físico se une un terrible desgaste mental. Es insoportable ver sufrir a un ser querido, aunque sea un sólo día. Pero sí sufre alzhemir el sufrimiento es mayor cada día. Por eso en estas fechas que se celebra el Día Mundial del Alzheimer quiero destacar el papel de esos cuidadores y familiares que se someten a un examen diario con la seguridad de que nunca van a sacar matrícula de honor. Su esfuerzo, su preocupación, su dolor y sus desvelos son de un mérito incalculable. Antes sólo lo valoraban los que habían pasado por ese trance. Ahora hay un reconocimiento generalizado de ese trabajo e incluso se han dado los primeros pasos para que haya un reconocimiento legal y se contemplen las ayudas necesarias para esas personas que tienen que suspender su vida y su trabajo para dedicarse a cuidar a un familiar. Ojalá sea verdad y yo me alegraría sinceramente de que fuera así, aunque a algunos nos llegue muy tarde.
Por eso, a los que estáis pasando por esa situación, os diría que cuando al enfermo le empiecen a robar su memoria, tratéis de que tarde mucho más en perder sus sentimientos. Y que sentirse en algún momento culpable no sirve de nada, es perder el tiempo, y a ellos no les sobra. Y como lo que importan son los sentimientos, hay un poema que puede poner un poco calor en esa enfermedad descarnada. Lo escribió un enfermo cuando todavía le quedaban señales en su memoria.

NO ME PIDAS QUE ME ACUERDE
NO TRATES DE HACERME COMPRENDER
DÉJAME DESCANSAR
HAZME SABER QUE ESTÁS CONMIGO
ABRAZA MI CUELLO Y TOMA MI MANO
ESTOY TRISTE, ENFERMO Y PERDIDO
TODO LO QUE SÉ ES QUE TE NECESITO
NO PIERDAS LA PACIENCIA CONMIGO
NO JURES, NO GRITES, NO LLORES
NO PUEDO HACER NADA CON LO QUE ME OCURRE
AÚN ASÍ TRATO DE SER DIFERENTE
NO LO LOGRO
RECUERDA QUE TE NECESITO
QUE LO MEJOR DE MÍ YA PARTIÓ
NO ME ABANDONES, QUÉDATE A MI LADO
ÁMAME HASTA EL FINAL DE MI VIDA ... (ver texto completo)
Alejandro, yo recuerdo, bueno por lo que oi o me suena, que mi tío Lagunas era el cabrero, pero a lo mejor era el vaquero. seguro que tu sabrás sacarme de esta duda. permitirme usar tus palabras que en este momento me son muy útiles.

" Pero es bueno recordar que hubo unos años que en Blacos había una empresa en común, que exigía solidaridad y sacrificio, además de entendimiento y consideración." Saludos
Mi memoria sufre ya algunas lagunas y por tanto mis recuerdos no sé si se ajustan a la realidad. Por eso he tirado de mis fuentes y me he llevado una pequeña alegría, porque en esta ocasión el recuerdo es bastante fiel a la realidad. De los años en los que yo hablo de las cabras era cada día un vecino el que se encargaba de pastorearlas a la llamada del cuerno desde la barbacana del patio. Y esos años el tío Lagunas ya sólo se encargaba de tocar el cuerno porque se había jubilado de su oficio de ... (ver texto completo)
A esa hora en la que me peleaba con las legañas para abrir los ojos, sonaba el cuerno en el patio. Era una época en la que los sonidos sustituían a cualquier tecnología. El del cuerno en la penumbra del amanecer pedía a los vecinos de Blacos que llevaran sus cabras a las eras. Y es que en aquellos años todos, o casi todos los vecinos de Blacos tenían alguna cabra, que era fuente de vitaminas esenciales para la alimentación. Cuando todas las cabras estaban en la era un vecino se hacía cargo de ellas ... (ver texto completo)
A veces hace tanto daño una crítica malvada como un silencio prolongado.

A estas alturas del año pasado en esta misma página se desató un pequeño debate sobre la Comisión de Fiestas porque al parecer había recibido críticas y reproches injustificados. Yo me posicioné claramente con unos argumentos que creo que siguen siendo válidos, pero que no voy a repetir porque es muy fácil buscarlos un poco más abajo. Este año afortunadamente en los mentideros de Blacos sólo se han oído alabanzas y reconocimientos ... (ver texto completo)
No llegó con un pan, él vino al mundo con una sonrisa debajo del brazo. Y en cuanto tuvo uso de razón izó en su ventana la bandera de la humildad, y convirtió su humanidad en el blasón permanente de su vida. Fue un hombre bueno, pero en el sentido bueno de la palabra bueno. Quiero decir que se alimentaba, y nos alimentaba, de esa bondad que nace en el alma. Una bondad que no necesita excesivos cuidados, a la que no hay que arrancarle hierbas ni rociarla con abono. La de Gildo era una bondad tan sincera ... (ver texto completo)
tu has sido el alma de esta pagina, la persona que nos ha devuelto a todos sensaciones, imágenes, recuerdos de nuestra infancia, juventud, de nuestros seres queridos, y por eso te pido disculpas por no haber estado a la altura con la que tu merito y tu buena prosa nos ha obsequiado. Ahora que me puedo acercar con tranquilidad a la pagina, pues en verano me es difícil, me hago el propósito de empezar a leer de nuevo tus escritos, estoy segura que me lo volveré a pasar bien. Y digo que no hemos estado ... (ver texto completo)
Querida Lola. Debo reconocer una vez más que me halagan tus palabras, pero al mismo tiempo se convierten en un reto y en una enorme responsabilidad. Ya te adelanto que jamás dejaré de escribir en esta página siempre que piense que tengo algo que contar. Durante este tiempo largo no he escrito sencillamente porque no he tenido tiempo, pero al entrar en la página me he alegrado de que hay nuevos amigos que enriquecen nuestro compromiso con Blacos. A veces tampoco escribo porque no se me ocurre nada ... (ver texto completo)
Galopa la noche canalla a lomos de un disco de vinilo. Al tercer surco arañado por la aguja, ya me sabía de memoria todos los pliegues de tu falda. Mis dedos bailaron una saeta a la altura de tu ombligo, en aquellos tiempos en los que nunca habitaba el olvido. El jersey de tu corteza abandonaba sus escamas en la columna de la silla ajada por los fríos y las noches sin dormir después de aquellas mañanas de insomnio y de tinieblas. Tu cuello era un tobogán a la lujuria, aunque ya se habían marcado ... (ver texto completo)
Apenas se oía ya el murmullo del amanecer y la plaza se llenaba de esa luz brillante con la que amanece Blacos en los albores de agosto. El sol se deslizaba entre las ramas del olmo y su calor se tamizaba en la red de las hojas siempre dispuestas a proteger a sus habitantes. Hacían un enorme esfuerzo por retardar el sopor veraniego, con la esperanza de que, con el sueño todavía sin olvidar, los más pequeños se acercaran a su salón de juego para iniciar otro día largo, que así son los días que acompañan ... (ver texto completo)
Nunca llueve a gusto de todos, e incluso cuando aprieta el calor no desaparecen algunos síntomas de congelación. Pero en estos días en los que el termómetro parece escalar hasta la cima del Everest, es agradable acercarse a la sombra del olmo. Ese olmo ahora imaginario, un olmo virtual, porque el olmo real se llevó entre sus ramas esos murmullos de verano, esa bota que corría de mano en mano mientras los dedos se deslizaban sobre las rodajas de chorizo con su justo picante o esas tortillas de patatas ... (ver texto completo)
https://youtu. be/RXN3zt2JruQ

En el baúl de mis recuerdos, abajo en el fondo, guardo aquel miedo reverencial que se tenía en Blacos a las tormentas. El cielo se vestía de luto allá por la pila la zorra, y las madres recogían a sus poyuelos para ponerlos a salvo de la ira desatada del viento, de los rayos y truenos. Era algo así como el hombre del saco y el sacamantecas juntos y aliados para atizarnos con el vendaval por todas las esquinas. A veces además las tormentas dejaban algún que otro rayo ... (ver texto completo)
Una de las mejores cosas que tiene esta vida es que nunca deja de sorprenderte. Incluso si cometes el error de pensar que ya lo sabes todo y que no te queda nada por vivir, llega la vida y te sorprende. A mí por ejemplo siempre me sorprenden las promesas de los políticos en campaña electoral. Me recuerdan a esos años de infancia en los que una de las mayores ilusiones de los niños es escribir su carta a los Reyes Magos. Antes les pedíamos el famoso tren eléctrico, una bicicleta último modelo, o el ... (ver texto completo)
" Mira, otro coche. No sé donde va a aparcar, ya no quedan más sitios en el pueblo". Puede parecer una frase anodina, pero a veces encierra todo el deseo de que Blacos se haga grande, por lo menos en las fechas señaladas. Si miras bien quedan sitios en casi todas partes, menos en el corazón de aquellos que disfrutan con la compañía y la amistad. Algunos hace días que tienen mariposas en el estómago. Es una señal de amor acelerado, el que muchos, por no decir todos los blaqueños, siente por su cita ... (ver texto completo)
Hay una edad en la vida, poco después de la adolescencia, que parece que es interminable. En cualquier agosto de los 20 años, te tumbabas sobre el puente de madera que hay un poco más abajo de entre ambas aguas cuando la sombra ya te protegía del sol, y parecía que habías entrado en el túnel del tiempo sin tener que llamar a la puerta. Con los ojos cerrados, se desplegaba todo un mundo de sonidos y sensaciones. El agua que cantaba al llegar al corrental parecía una sinfonía sublime en el país de ... (ver texto completo)
Hace dos horas emprendía su viaje más largo. Reconozco que la tenía en el fondo del baúl de los recuerdos, pero ayer cuando me enteré de su adiós las anécdotas comenzaron a brotar en mi cabeza con absoluta claridad. Cualquiera que haya tenido relación con Martina sabe que siempre estuvo salpicada de un rosario de anécdotas, y además de anécdotas graciosas y positivas, porque ella era un volcán de simpatía y expresividad. Es cierto que a veces las escondía debajo de una corteza de desconfianza que se explicaba en unos tiempos en los que nada ni nadie era fácil en las relaciones cotidianas.
Un día de verano después de una larga noche de fiesta, yo me arrebujaba entre las sábanas, y de repente una letanía de sonidos ininterrumpidos acabó con mi sueño. Lo primero que pensé fue que mi madre, la teniente O´Neill, había puesto la radio a todo volumen para obligarme a levantarme. No me extrañó lo más mínimo porque era algo frecuente en su manual de torturas cuando yo había trasnochado. La cocina de mi casa, que estaba debajo de donde yo dormía, parecía el estudio de Protagonistas de Luis del Olmo. Había un girigay impresionante, el silencio había huido despavorido por la ventana para dejar hueco a tanta palabrería. Llegué a la cocina y allí estaba Martina, la voz de la radio. Mi madre y Vitoria estaban rojas de tanto reírse. Martina me vio y dando por supuesto que yo no me había enterado de nada, volvió a contar la misma historia. Pero nunca era una repetición, la enriquecía con nuevos giros y chistes y con esa coletilla marca de la casa: "Ay chica, chica, chica... yo no sabía nada”, aunque hacía tiempo que lo sabía todo. Y era la voz de una emisora en la qué no se admitía publicidad, una emisora que se alimentaba únicamente de las palabras de Martina.

Yo juré cobrarme venganza y lo pagó el que menos culpa tenía, su hijo. Eran las doce o la una y José Ignacio estaba todavía en la cama. Y Martina lamentándose en la calle: AY chica, chica, chica no sé qué hacer con este chico, toda la noche por ahí y ahora en la cama a estas horas”. Yo le dije que era una vergüenza, que el chico no daba palo al agua y que en su lugar lo despertaría ya mismo y con un par de tabanazos para que se espabilara antes. Subió a la habitación en dos zancadas y le montó un pollo al pobre José Ignacio que creo que desde entonces se levanta a las siete de la mañana para evitar otra bronca de esas dimensiones.

En algunos círculos tenía fama de tacaña, pero conmigo siempre fue espléndida. Un día estaba en el corral de Vicente limpiando algo y necesitaba un rastrillo para recoger la suciedad. Le dije que Martina tenía uno nuevo y que yo se lo pedía. Vicente y su padre juraban y perjuraban que no me lo iba a dejar. Se lo pedí y en tres segundos me lo sacó de casa ante las caras de incredulidad de Tomás y Vicente.
Era fácil. Necesitaba sentirse querida y apreciada y cuando era así ella correspondía muy por encima de lo esperado. Su astucia mezclaba bien con su generosidad y ella se manejaba perfectamente en los ambientes propicios. Era el claro espejo de los tiempos y Martina me da la sensación que se adaptaba perfectamente a ellos y nunca pasó por su cabeza adelantarse a la época que le tocó vivir. Su resignación era fruto de la costumbre y del hábito. Parecía feliz con las pequeñas cosas, que son las que siempre hace a las personas más grandes.

Ahora se ha ido y seguro que al final del viaje encontrará a alguien con el que charlar un rato. En cuanto les diga eso de " Ay chica, chica, chica", se los tiene ganados a todos. Es la ventaja de viajar a bordo de la sencillez y con una maleta de simpatía. Hasta siempre. ... (ver texto completo)
No, no es cierto, en Blacos no hay ninguna guerra, por mucho que personajes anonimos se empeñen en decir que si la hay, y de paso incitar a ella. En Blacos, como en otros muchos sitios, hay relaciones mejores y peores, relaciones personales, pero no esos odios y guerras que el autodenominado Pepito Grillo quiere hacernos creer.
Yo, personalmente, tengo mejores relaciones con unas personas que con otras, como casi todo el mundo, pero no odio a nadie, a nadie de mi pueblo por lo menos, ni mantengo ... (ver texto completo)
Lo ideal sería hacerlo siempre, pero a veces de los asuntos más negativos se pueden sacar aspectos positivos. Y este es uno de ellos. Ha sido necesario que alguien toque una fibra dormida para que salten resortes que parecían oxidados. Y de repente nos encontramos con que es ponerse a hablar de las relaciones de Blacos y sus gentes para que aparezcan nuevas firmas en esta página y acaben dando una alegría a los pocos náufragos que deambulamos por esta isla desierta. Eso está bien, aunque no pueda ... (ver texto completo)
Bonito texto el de abajo, además de breve, como gusta a nuestros lectores. Lástima que otros no seamos capaces de condensar en la brevedad tanto buen sentimiento. Pero al hilo de esa rosa romántica, a mí se me vienen a la cabeza otras frases sobre la rosa que no son mías. Dice: “Quise cortar la flor más tierna del rosal, pensando que de amor no me iba a pinchar, y mientras me pinchaba me enseñó una cosa, que una rosa es una rosa. Y cuando abrí la mano y la dejé caer rompieron a sangrar las llagas ... (ver texto completo)
Joé primo, estoy en un sinvivir. Me vas a tener que decir que tomas para mantener tu equilibrio mental porque estoy al borde del síncope. Fíjate que llevamos tiempo escribiendo en este foro y nunca me había pasado lo de ayer. Cuando estaba concentrado para ver perder al Real Madrid me llega un mensaje de una buena amiga de Blacos y me dice que está indignada por ese escrito que hay debajo de éste. Y cuando Bale falló una ocasión cantada me llaman por teléfono para preguntarme una vez más si sabía ... (ver texto completo)
Ni una sola de las últimas noticias que recibo me sirven precisamente para levantar el ánimo, así que me agarro a un clavo ardiendo, a la comida del Viernes Santo en Blacos para intentar mejorar mi moral. Y la decepción personal comenzó la semana pasada cuando intenté inscribirme en un premio literario de relatos breves. Cuando llegué a la ventanilla adecuada y ya iba a empezar a dibujar una sonrisa de peloteo, la tía del otro lado del mostrador, (guapa y joven), me miró con una mezcla de misericordia ... (ver texto completo)
No sufras primito, si detrás de toda la sátira se esconde un cariño que se acrecenta según llegan estas fechas. Será que los ejercicios espirituales me ablandan el corazón y me enternecen. Acógeme en tu seno, aunque solo sea por unos días, chiquitín.
La discusión es sana, y la sátira no deja de ser una discusión en la que se exige sentido del humor, tanto del que la hace como del que la recibe. Y a mí me gusta moverme mucho en esos terrenos, aunque cada vez mido más las formas y las consecuencias. Y es que para sumergirse en la crítica mordaz y satírica hacen falta mezclas acertadas de tolerancia, templanza y respeto. Si lo mezclas mal, enseguida aparece la descalificación y el insulto. Y lo digo no porque sea muy listo, sino que lo he sufrido en mis propias carnes y en estos mismos foros. Yo acostumbro a reírme sobre todo de mí mismo, y una vez hechos esos ejercicios matinales, ya no me cuesta tanto que los demás también se rían de mí. Es fácil, y como tú también haces esas reflexiones un poco antes de tus habituales ejercicios espirituales, todo marcha rodado y sin problemas. Pero, como te conozco, no te vengas arriba. Sabes que si fuera por mí hace tiempo que habríamos cambiado la llave de la cerradura de Blacos. Pero quien te invita es mi hermano, y quien viene contigo es mi prima. Y ante eso yo me limito a hacer la reverencia, agachar la cabeza y decir a todo que sí. Pero si fuera por mí….. ... (ver texto completo)
Los Reyes de la pista.

Blacos es un pueblo que se maneja muy bien en el tránsito que hay entre la modestia y la discreción. Viene a ser lo mismo que decir que es un pueblo que huye del blanco y del negro y se mueve mucho mejor entre la gama de los grises o de los marrones. Pero yo os propongo una pregunta. Sin mirar a ningún sitio, alguien te dice: Hay un grupo de personas bailando en la plaza ¿me puedes decir dos nombres que estén en ese grupo? Os juego lo que queráis a que en un altísimo porcentaje ... (ver texto completo)
Carne de gallina

A veces es como una pequeña alteración del pulso, un simple temblor en el pecho y, de repente, descubres una mirada desnuda que recorre tu cuerpo erizando el vello y extendiendo de forma eléctrica la carne de gallina por cada una de las puertas de tu piel. Así puede sonar a una situación de estres, un impulso frenético de nostalgia o un amor encendido de melancolía. Pero es todo lo contrario. Miras la foto sentado en el sofá y descubres que esa primera mirada desnuda se va vistiendo ... (ver texto completo)
Ti, ti, tiri, tiri, ti, ti. Se hace saber por recomendación de la cocinera de Semana Santa, es decir la Chus, que queda abierto el plazo de sugerencias para la comida del Viernes Santo. Entre las ideas se incluye la de hacer o no hacer la comida, porque ella este año no está muy convencida de repetir, y que nadie me pregunte el motivo porque no lo sé. Evidentemente se admiten sugerencias sobre el menú. Ella se inclina por una fideuá, que para el que no lo sepa su nombre original es fideagua, porque ... (ver texto completo)
LA SANTA COMIDA

Dado lo cortos que son los anteriores mensajes, y afectado por las críticas mordaces de mi primo, que aunque él no lo sepa me hacen mucho daño, voy a tener que ser yo también breve para evitar estar en boca de esa pandilla de cotillas envidiosos. Yo me lo propongo pero luego no puedo y es que eso de "breve y bueno, dos veces bueno", pues depende paqué. Puede ser bueno que un discurso sea breve, pero a mí no me parece tan bueno que la felicidad sea breve. Puede ser bueno, e incluso ... (ver texto completo)
Es cierto que esta página es una invitación constante a la nostalgia y por tanto una búsqueda continua del pasado. Y casi no puede ser de otra forma porque los pocos que escribimos en ella hemos compartido más vivencias de los años de nuestra infancia, que de los años que vinieron después. Pero una vez que se consigue traspasar esa larga frontera, basta un pequeño esfuerzo para pensar en el futuro de Blacos. Algunos lo habéis hecho con cierta frecuencia, e incluso me consta que otros han dejado de ... (ver texto completo)
Ante los continuos reproches que recibo, voy a intentar ser más breve que de costumbre, aunque he de reconocer que me cuesta. Estoy todo el día atado a la brevedad y a la concisión y confieso que en esta página me desahogo cuanto puedo.

La imagen que yo tengo de los inviernos de Blacos es que, además de fríos, son descarnados. Es como si el viento, la lluvia, la nieve y el hielo, despojaran de la vida a los elementos y los dejaran vacíos por dentro y por fuera. Y es la primera impresión que me ... (ver texto completo)
Esto pensaba escribirlo ayer, pero el temporal me trae de cabeza. Y es que ayer, dos de febrero, era el día de San Blas. Y en cuanto oigo esto, automáticamente pienso en lo de..." por San Blas la cigüeña verás". Y lo de la cigüeña es un referente de mis años de infancia en Blacos. Ya lo he contado aquí alguna vez, pero el vuelo de la cigüeña marcaba la agenda de aquellos días de invierno. Después descubría que la cigüeña puede volar más de 3.500 kilómetros al año. Entonces no lo sabíamos, pero ahora ... (ver texto completo)
El otro día me encontré con un viejo amigo de un pueblo cercano a Blacos y me dijo que era un habitual de esta página y me contó una cosa que no era nueva para mí, pero me hizo volver a pensar que nunca lo había contado. Me dijo que leía todo lo que se escribía aquí, pero que si estaba unos días sin entrar se encontraba con que el trabajo era excesivo. Y a su manera me reprochó que yo escribía mucho, muy largo y algunas veces complicado de digerir. Y fue cuando le contesté algo que no acabó de creerse, ... (ver texto completo)
Han sido los primeros síntomas, pero es algo que comienza a despertarse y me temo que tendrá un largo insomnio porque los complejos son así, parecen una anécdota y se acaban instalando en tu vida sin intención de pagar alquiler y sin aceptar cualquier tipo de hipoteca. Y es que siempre se llega a un estado en la vida, a una edad, en la que las vísperas empiezan a ser la de después. Es una etapa, espero que larga y fructífera, en la que te abruman los recuerdos y empiezan a flaquear las esperanzas. Es esa época en la que ya pesan los peldaños de subida y hay que agarrarse al pasamanos de la experiencia cuando pretendes bajar y evitar cualquier resbalón. Es un estado vital en el que tienes la sensación de que ya estás de vuelta de todo, aunque cuando te paras a pensar te das cuenta que todavía no has ido a ninguna parte. Es esa franja que está al otro lado del ecuador y en la que ya te empiezan a sobrar los motivos para cualquier decisión que se te ocurra tomar. Pero, ojo, tiene sus ventajas. Llega un momento en el que ya no te esfuerzas en hacer amigos, primero porque igual tienes bastantes. Y segundo porque si hasta ese momento no has sido capaz de hacer amigos, tienes que empezar a pensar que ya no es hora ni lugar para tender puentes y suavizar encuentros. Pero por otro lado cada vez estás más lejos de la preocupación por los enemigos. Si los tienes, empiezan a diluirse como un azucarillo y esto te produce una suave sensación de bienestar y de paz, al mismo tiempo que quitas cualquier importancia a aquellos enfrentamientos o a aquellas desavenencias que te martirizaron alguna vez. Ahora ya no, porque estás al otro lado del rumor y de la maledicencia. A estas alturas la vida ya te ha enseñado que nada es eterno, que importa muy poco lo que otros piensan o digan y que ya no es tiempo de convulsiones, ni siquiera de decepciones. Ahora ya es tiempo de calma, de paz y de indiferencia pero a la vez de apego a lo conseguido. No hay materialismo latente, pero sí hay gratitud y cariño. Te quedas con los que quieren viajar contigo por ese camino, con los que han querido estar a tu lado en la travesía, que a estas alturas seguro que son exactamente los mismos con los que tú has querido viajar. Si coincide, fenómeno, si no, pues que le vas a hacer. No te vas a poner a hacer ahora lo que no has hecho durante el resto del tiempo que has vivido. Ha sido poco tiempo, pero suficiente para separar el grano de la paja, aprender a diferencia la amistad de la compañía y para no perder el tiempo en los que lo pierden con cosas que ya sabes que no merecen la pena. Es tu tiempo y han sido suficientes inviernos encima como para aprender a aprovecharlo y no desperdiciarlo en atajos que antes o después conducen a la nada.
Y alguno, si queda alguien, que lea esto, pensara, ¿Y a que viene ese ataque de melancolía? Y seguro que también alguno, como el sagaz detective del Regato, habrá acertado en la respuesta. Se llega a una edad en la que cada vez que se cumple un año más, se abre el libro de reclamaciones y se empieza a pasar factura al futuro. En mi caso empezó de la manera más tonta, como empiezan los tornados o los tsunamis. Siempre que llegan estas fechas me gusta regalarme algo, y eso es lo malo, que ese simple hecho te acaba demostrando que tu subconsciente va por delante de tu pensamiento. Hace muchos años, el regalo hubiesen sido la colección completa de los discos de Sabina, unas llantas deportivas para mi golf, el equipo de música más moderno del mercado, la ropa del momento, un reloj resplandeciente etc. etc. Pero este año me sorprendí a mi mismo regalándome.. ¡un albornoz". Sí, sí, un albornoz. Entiendo que las mujeres piensen que es un regalo práctico e incluso necesario. Pero yo después de ese impulso espontáneo, empecé a pensar y ahí es donde llegó el ataque de nostalgia. Me di cuenta que, sin pensarlo, me había comprado un albornoz porque a las siete de la mañana hace mucho frío y después de salir de la ducha ya no aguanto como antes " el fresquito". Y eso sólo fue el principio de mi depresión. Porque esto me sirvió para darme cuenta de la cantidad de cosas que hago que antes no hacía. Después de ducharme me seco el pelo para no salir a la calle mojado. Si la temperatura está por debajo de los cero grados, me pongo un gorro de monte porque noto como que el hielo me entra por la cabeza. Además me pongo guantes y bufanda. Cuando veo la tele tumbado en el sofá, hace días que me tapo con una manta, algo que no había hecho en mi vida. Estos días congelados, noto un frío en la pierna izquierda que me obliga a tenerla junto al radiador para calentarla. Antes me encantaba salir a la calle a hacer noticias, y tirar unas bolas de nieve. Ahora no salgo ni aunque me lo recomiende el médico. Ya sí podrá continuar con un montón de cosas que se han incorporado a mi vida sin darme cuenta. De una en una parece que no tienen importancia, pero si cometes el error de juntarlas y repasarlas despacio, te hundes en el precipicio. Y descubres algo que tratabas de evitar: Te das cuenta de ya te has hecho mayor. Y cuando estás en plena cuesta bajo, se juntan todos los diablos para hundirte. Viene un chaval y te pregunta la hora, eso sí te trata de usted y te jode... aunque no lo reconozcas. Vas por la calles y procuras mirar al infinito, porque si por casualidad pasan tus ojos por los de una chica joven te entra un ataque de pánico por si piensa que eres un viejo verde. Te descubres dando a tus hijos los mismos consejos que te daban tus padres, esos que juraste que tú nunca darías a nadie. Te molesta que estén siempre colgados del móvil, que no te muestren respeto, y que pongan en duda tus opiniones, Y ya si dicen que esa opinión la tienen los de tu edad pero que ellos son jóvenes, inmediatamente después buscas desesperadamente el teléfono de un siquiatra para ponerte en sus manos. Ya no te gusta una clase de ropa que antes te enamoraba. Si vas a la planta joven del Corte Inglés, descubres miradas inquisitivas de empleados y clientes, en las que crees leer que se interrogan sobre lo que hace una persona de tu edad en esa planta. Vas al banco y todas las ventajas, son para los que tienen el carnet joven o para los jubilados. ¿Y nosotros qué? Somos lo que peor lo estamos pasando y no existimos para casi nadie, nos ignoran, estamos en una franja de edad en la que casi deberíamos borrarnos para no molestar. Luego pasa otra cosa. Cuando nosotros éramos jóvenes, el mercado laboral prefería la experiencia y la responsabilidad de la edad. Y ahora que tenemos las dos cosas prefieren la juventud y la agresividad de los que tienen todo por delante. Esto no hay quien lo aguante,. pero todavía puede ser peor. Porque te puede pasar que tengas un amigo unos cuantos años más joven que tú, que cuando cumple años te da la monserga con eso de " qué mayor me estoy haciendo, cómo pasa el tiempo, parece que fue ayer cuando estuve en la mili". Y tú tienes que hacer verdaderos esfuerzos para no aniquilarlo al instante porque en el fondo lo que te quiere decir es que tú eres ya tan mayor que debes ser ajeno a preocupaciones como las suyas. La verdad es que llegados a este punto yo me atrevo a afirmar que me encuentro en la edad más difícil de la vida. No estás a un lado ni al otro, pero te empujan desde los dos para que te vayas a otra parte. Vale ¿y dónde está esa otra parte?. Si alguien los sabe le estaría eternamente agradecido que me lo diga. Lo podía buscar yo, pero en cuanto intento utilizar el GPS siempre hay alguien en el coche o fuera que te recuerda " Déjale a tu hija, que es joven y están más acostumbrados a estos aparatejos". ¡y una leche! Estará más acostumbrada a guasapear con los amigos, pero cuando se trata de que te lleven, te traigan y paren por el camino para comprar algo, ahí sí, ahí sí, los de mi edad todavía tenemos un papel que jugar. No es más que el de chófer, pero bueno, algo es algo. Y todo esto me ha pasado por regalarme un albornoz. Al año que viene me compro un viaje a Disneyland. A ver si cuela. ... (ver texto completo)
No paraba de llover. Y ahí estaba él mirando una página en blanco a escasos milímetros del ordenador. Un distancia mínima que de repente se convertía en interplanetaria, casi infinita. El folio en blanco era una denuncia, un testimonio, un informe preciso de que la imaginación había huido sin dejar ni siquiera una nota de despedida. Hace unos días una página en blanco no era nada más que tres minutos de hilvanar frases hasta dejarla llena de pensamientos. Ahora ya no, ahora se había convertido en ... (ver texto completo)
Los números de los últimos días del año se resbalan sin remedio del calendario. Se caen más rápido que el resto porque apenas tienen donde agarrase y porque están llenos a rebosar. Son pocas fechas para acoger tantos sentimientos y tal cantidad de acontecimientos. Están llenos de nostalgia, de buenos deseos, de ausencias, de presencias abrumadoras, de decepción, de dolor, de amor, de ilusión. Parece que nos reservamos para esa última semana de cada año. En pocos días queremos decir todo lo que no hemos dicho hasta entonces. En una semana queremos hacer todo lo que nos ha quedado pendiente en las otras cincuenta. En cuatro días festivos queremos celebrar todas las celebraciones que teníamos previstas y no habíamos podido realizar. Son días de frenesí. Te encuentras al calor del bar con esos amigos a los que no has visto en todo el año, y entre caña y caña quieres recuperar todo el tiempo perdido, hasta que te das cuenta que no hay tiempo para frenar el paso del tiempo. Te observas mirando los escaparates buscando esos regalos que siempre has prometido. Y de repente descubres cómo han aumentado los regalos. Antes era Los Reyes Magos y se acabó. Ahora ya no, no. Ahora empiezas por el amigo invisible (¿?), continúas con Olentzero o Papa Noel, o Santa Claus y cuando llegan los Reyes te das cuenta que todavía te queda imaginación, pero que lo que no te queda es dinero. Y es que parece que los regalos son la antesala de la amistad, una garantía de continuidad, una forma de mantener las buenas formas, o lo que es peor una forma peor que otra cualquiera de pagar favores o preservar simpatías. Y todo, eso sí, en un ambiente muy navideño y muy familiar, y ojala que siga así, lo de familiar digo. Es una buena idea lo de que estos días que se come tanto y se bebe más, las celebraciones se hagan en casa, porque así se quedan entre esas cuatro paredes la mirada furibunda que lanzas a tu cuñado cada vez que presume de lo bien que la va la vida cuando te dice que se acaba de comprar un apartamento con derecho a terraza en la playa de Alcobendas. Te alegras de que no se te pueda oír lo que piensas cuando tus suegros te dan lecciones de cómo se debe educar a los hijos y te dicen que antes sí que había respeto y que lo que hay ahora no es más que una fauna de vagos y maleantes agarrados al botellón. Después viene la retahíla de que les damos todos los caprichos, que somos unos blandos, y que así nos van a salir. Yo a veces para salir de estos atolladeros me pongo a hablar de la mili. Ahí de una tacada eliminas a todas las mujeres y a los menores de 40 años y a los que se libraron, con lo que las posibilidades de enfrentamiento pueden ser menores. Ni por esas. Siempre hay alguien que ha hecho menos guardias que tú, que ha ligado más que tú y que no fallaba ni un tiro aunque se le olvidara cargar el cetme. Entonces y ya con un par de copas, te das por vencido y te lanzas a tumba abierta, sin importarte las consecuencias. Y vas y te pones a hablar de política. Se arma la marimorena y entre los gritos, los insultos y las descalificaciones, te das cuenta que todo son de PODEMOS desde hace treinta años, exactamente los mismos que llevan diciendo que esto ya lo veían venir, que este país se va a la mierda, y que tú ya sabías que eran todos un atajo de chorizos que se quedaban con todo lo que pillaban por el camino. Descubres que nunca nadie ha votado a los que mandan, todos son de la oposición y te acabas creyendo que tú que no te has acercado a una urna en tu vida eres el culpable de los millones de votos que ha obtenido el partido de los chorizos y mangantes. Y ya como estás en clara caída libre, vas y empiezas a hablar de religión. Ahí se desata la tercera o cuarta guerra mundial, o las dos a la vez. Los curas pasan de ser la reserva espiritual de occidente a un atajo de pederastas, e incluso puede ser el mismo o la misma el que diga las dos cosas a la vez sin el más mínimo sentido del ridículo. Los que van a misa todos los domingos dicen que han sido siempre ateos y que sus hijos hicieron la primera comunión por el traje y los regalos, y que ellos jamás han creído en esa sarta de sandeces que se dicen en el interior de la iglesia. No te quedas pasmado porque entre las copas y la calefacción empiezas a notar las primeras gotas de sudor resbalando por el interior de la camisa. Y como ya no tienes nada que perder, vas y sueltas a viva voz y a pecho descubierto que Messi es el mejor jugador del mundo. Se hace un silencio espeso. Dura poco, exactamente los mismos segundos que tardan algunos en ponerse la cara como un tomate y en hincharse las venas del cuello (yo no sabía que había tantas). Oye, y automáticamente te contestan dos cosas que para ellos van unidas. Una, que puede ser verdad, es que Ronaldo está a años luz del pitufo argentino, y la otra, que te deja boquiabierto, es que te dicen que se nota que eres un independentista de los coj... y que si no te gusta España que qué haces aquí y bla, bla, bla, bla... Entonces yo reconozco que me crezco y es cuando les suelto, que Messi y Ronaldo me la trae al pairo y que el único equipo serio que conozco es el Numancia, que no tiene deudas y que en lugar de gastar el dinero en tonterías hace obras sociales y solidarias. Aquí reconozco que los dejo sin defensa durante unos minutos. Me imagino el interior de sus cabezas como una centrifugadora buscando argumentos que me hagan besar la lona. Y de repente el gracioso de la cena, envalentonado por las copas, me dice que eso es imposible, que los sorianos somos unos agarrados y que le extraña mucho que hagamos obras de beneficencia. Y aquí reconozco que ya tengo la respuesta preparada porque la he usado muchas veces. Le miro fijamente y le contesto. Tienes razón los sorianos somos unos tacaños, no me cuentes el chiste del inventor de la peseta que ya me lo sé. Continúo. Los sorianos somos tan agarrados como sensibles, y entre gastarnos el dinero en una cena de mierda con estos retales de familia o dar ese dinero a los pobres que no tienen para comer, siempre decidimos dárselo a los más necesitados. Pero los sorianos, que lo tengas claro, damos el dinero una vez y para una sola cosa, así que me imagino que tú que eres un tío espléndido y capaz de dar tu dinero para dos o más cosas, serás capaz de hacer obras benéfica y pagar este cena, que para eso estamos en tu casa y gastamos tu luz y tu agua. Así que ya sabes, apoquinas y al año que viene vuelvo para que tengas alguien con quien desahogarte. Como se suele decir, mano de santo. Inmediatamente cambiamos de conversación y evitamos tocarnos las narices porque estos combates nunca resisten dos asaltos. Es más, después de todo esto podemos comernos las doce uvas y desearnos lo mejor para el nuevo año. Eso sí, sin darnos la espalda y con una sonrisa recién sacada del congelador.
Así que no me extraña que estos días con tanto peso familiar, vuelen por las últimas filas del calendario con ganas de esconderse y no volver a salir por lo menos hasta el año que viene. A pesar de todo, por si acaso, Feliz Año. ... (ver texto completo)
A veces los deseos quieren ser tan buenos que no encuentran palabras para expresarse. Son fechas en las que nos cargamos de buenos propósitos y nos cubrimos de un halo de bondad que nos obliga a llenar de las mejores intenciones el mundo que nos rodea. Son fechas propicias para el olvido de lo humano y para encumbrarno en objetivos divinos. La Navidad se convierte en un examecolectivo de conciencia, y todos queremos cerrar el balance del año con el haber lleno de números positivos y el debe con un ... (ver texto completo)
Puede ser que fuera un día gris, o lluvioso o soleado, no lo sé. Los recuerdos que guardo de mi confirmación son tan escasos que creo que confundo la realidad con la imaginación. Lo único que tengo claro es que éramos cuatro gatos, bueno o cinco, y que en un momento dado nos acercamos al cura, me imagino que D. José, y nos echó ceniza en el pelo y luego nos dio una bofetada al tiempo que decía eso de: " Para que te acurdes del obispo de Roma, toma". No me extrañó mucho lo de la bofetada, porque en aquellos años había pocos encuentros con tus padres o con los curas que no acabasen con un tabanazo en lugar de un punto y final. Es todo. Nada que ver con lo de ahora. El viernes estuve en una confirmación en la que había ochenta aspirantes al tortazo. Ochenta más los padrinos dan una cifra cercana a los 250. Y a esos hay que sumar los invitados, con lo que calculo que en aquel templo de dios estábamos por lo menos quinientas almas con los correspondientes cuerpos. Vamos algo así como en las fiestas de Blacos en hora punta, pero en lugar de en las Eras, en el interior de la parroquia. Y yo cuando entro a un iglesia me vuelvo muy desconfiado de repente. Y lo primero que hago es contar los curas que hay para cada sarao. En este había por lo menos diez. Y ya se sabe tenían que hablar los diez y probablemente cantar los diez también. Y el problema llega cuando no cantan a coro, no. Cantan de uno en uno y eso más parece un concurso de La Voz que un acto litúrgico. Había diez, y el que llevaba la voz cantante, y nunca mejor dicho, era el obispo, no el de Roma, el obispo de Pamplona. Me pareció un hombre sin el menor sentido del ridículo, porque sólo así se entiende que sea capaz de ponerse delante de 500 benditos con ese gorro en la cabeza. Como me aburro mucho en estas celebraciones, me puse a pensar los motivos para llevar ese sombrero tan raro. Y a la única conclusión a la que llegué fue que para protegerse de la lluvia no debía ser, porque con ese surco en el centro se le podía formar una balsa que lo colocara al borde del naufragio. Al final me quedé con la idea de que se lo ponía para parecer más alto y estar por encima de sus colegas. Con tanta gente en el templo y con el tono de voz que nos caracteriza, había allí un jolgorio insoportable. Entonces uno de los curas dijo. " Les invito ya a que vayan guardando silencio". A ver, fue una frase educada pero a estos hispanos si no les pones un plazo fijo y un castigo para que se callen, no consigues nada. Reconozco que era uno de los que hablaba pero lo hice como un acto de rebeldía más que otra cosa. De repente entre tanto cura, fue un minimonaguillo el que consiguió que se hiciera el silencio más absoluto. Se acercó al micrófono y dijo " Lectura del Libro de San Mateo". Un segundo después se oían las llamas de las velas. Y muchos seguro que pensaron lo mismo que yo: " Ya verás, aquí nos dan las siete de la mañana, porque el libro de San Mateo debe tener 1.500 páginas". El monaguillo se fijó en nuestras caras y se limitó a leer un trozo nada más: Se oían los suspiros de alivio. Después, casi sin sitio en el altar, apareció una abuelita para leer el evangelio. Y a mí me pilló pensando lo vagos que eran los otros once, que tenía que salir una venerable anciana a hacerles el trabajo. Me arrepentí enseguida, porque en cuanto se puso a hablar el obispo, yo estaba decidido a tirarme de cabeza al confesionario. Empezó con la mandanga de que todos podemos encontrar a dios, para ello es suficiente con ser buenos, honrados y católicos. Y así se encuentra a dios en todas partes, porque dios es amor y donde hay amor ahí está dios. T oma ya. Los divorciados por eso del desgaste, los casados sólo por lo civil, los que sisan en el súper o los que no están enamorados se quedan fuera, que lo sepáis. Luego la tomó con los confirmandos. Ellos estaban pendientes de sus trajes, sus tacones, su alisado de pelo, los cubatas que se iban a tomar por la noche.. Y el obispo les dijo que de eso nanai, que estaban en el segundo momento trascendental para entrar en la tribu de los discípulos elegidos, y para asegurar sus afirmaciones, les soltó a bocajarro, que los descarriados penarán la vida eterna y que los dos mayores vicios de esta sociedad son las drogas y la transexualidad. Así sin anestesia mi nada. Y yo entonces me puse a pensar en los asesinos, los corruptos, los pederastas. Oye se olvidó de todos y después de darnos la tabarra veinte minutos, tampoco hubiera pasado nada por aclarar un poco el asunto. Los chavales ni se inmutaron, pero en las filas que yo estaba se oyó un ligero murmullo, que hasta el obispo lo notó, y puede que dios también. En fin yo pensaba que con el rollo que había soltado, si los confirmandos no se habían ido de la iglesia como alma que lleva el diablo es que los había convencido. Los coj... A los pobres chicos los llevaban sus padrinos con una mano en el hombro para que cumplieran como hombres y no huyeran como cobardes. Que espectáculo, allí todos en fila, con dos guarda espaldas a cada lado para que el señor obispo les soltara una colleja, suave eso sí, pero colleja. Claro que en este caso no les echaron ceniza sino unos polvos (con perdón) aromáticos, que lo hace todo más fácil y agradable.
Yo dentro de lo que cabe tuve suerte porque el apellido de mi sobrino empieza por la C y en cuanto le dieron el tabanazo me fui raudo y veloz a echarme un cigarro para hundir definitivamente mi autoestima, porque esa misma mañana había prometido dejar de fumar. Llovía a cántaros y me parapeté en una esquina. Puse cara de cordero degollado, gesto de escuálido y ojos de amor encendido, a ver si dios se daba cuenta y me daba una pista para seguir el camino recto. Miraba a mi alrededor y sólo veía yonquis y transexuales, pero ni por esas. Y es que al parecer el amor es un sentimiento natural. Si no te sale no te sale, no se puede fingir y así es imposible engañar a nadie. Media hora después fueron saliendo los que aguantaron hasta el final. Cuando vi a mi sobrino iba de la mano de su novia y dándose besitos de enamorados. Los miré con envidia y me dije: " Esto lo han pillado, van con el amor en la mano para encontrar a dios". Y entonces entendía el sentido profundo y esclarecedor de las palabras del obispo. dios es amor y lo encuentras en la mano de esa chica que te mira embobada, y lo sigue haciendo muchas horas después entre la neblina de la resaca. Eso es amor, los demás son historias. ... (ver texto completo)
LA FÁBULA DEL CAMINO Y EL GRILLO (Un poco de comprensión)

El camino, un tránsito, un lugar físico que en pocas palabras nos permite ir de un sitio a otro. Pero a veces el camino al mismo tiempo que enseña un itinerario nos acerca a una vida, a muchas vidas. El camino de Machado se refiere a la vida, "Caminante no hay camino, se hace camino al andar". Es decir nuestra vida es un camino, ese tránsito entre un principio y un final. Por eso el poeta añade, "al andar se hace camino, y al volver la ... (ver texto completo)
En los últimos días, desde el momento que te leí Pepito, he pasado por distintos estados de ánimo, pero al final me quedo con uno, la perplejidad. Entiendo perfectamente que te equivocaras de objetivo, porque es fácil apuntarse a la afición de criticar al Baraka, que siempre lo pone en bandeja. Lo que ya no entiendo tanto es que pienses que mi primo es el mejor. Puede que lo sea, depende del motivo y las circunstancias, pero así en general en lo único que el Baraka puede ser el mejor es en elegir compañera de viaje, aunque hasta esto es probable que se lo discuta más de uno, aunque sólo sea por fastidiar, o por calzonazos que es lo más seguro. El acierto pleno es a la hora de calificar a la peña del sombrero. No somos mejores ni peores que nadie, pero sí somos diferentes y únicos, al menos los únicos que llevamos 25 años juntos, un cuarto de siglo discutiendo por la noche y siendo amigos por la mañana. Y te aseguro que es un logro que ha superado barreras de insidias, diferencias, desprecios y hasta esas miradas de maldad que tanto te preocupan. Y dicho esto no consigo deshacerme de la perplejidad. Mira, te voy a poner un ejemplo. A toda una leyenda del fútbol, Luís Aragonés, le preguntaron un día su opinión sobre alguno de sus enemigos y contesto, " yo no necesito tener más amigos, tengo suficientes". Yo podría decir lo mismo pero le voy a dar la vuelta. Yo por suerte tengo muchos amigos, pero no me importaría tener más, porque a la amistad siempre le doy mucha importancia. A lo que no le doy ninguna importancia es a los enemigos, si es que los tengo, que según dices sí que hay alguno en la viña del señor. Yo lo dudo, porque para tener enemigos hay que ser alguien importante y poderoso, y yo no soy ni una cosa ni otra. Aunque sí es cierto que hay gente que se apunta a la enemistad como a la rifa de un jamón en una tarde del fútbol. Compran los números y esperan a ver si les toca. Hay algunos que compraron números y esperan ser agraciados, aunque mientras tanto pueden acabar siendo desgraciados, y es una pena porque yo no le deseo ninguna desgracia ni a esos enemigos, los que, según tú, cuando les das la espalda te lanzan miradas incendiarias. Podría escribir largo y tendido sobre ello, pero sería una pérdida de tiempo, porque en esta vida odiar es perder un tiempo precioso que restas a otras cosas más productivas, como puede ser pensar, leer, conversar, escuchar música, ver un atardecer en Blacos, o tomarte unas cervezas allí donde habitaba el olvido. Y así se me pueden ocurrir un millón de cosas. Hasta es más interesante ir a pescar jibiones con tu amigo el Baraka y rezar para que alguna vez pille alguno. En ese momento comenzaré a creer en los milagros. Lo que no es ningún milagro, lo aprendí hace muchos años, es que nunca le puedes caer bien a todo el mundo. Intentarlo es perder el tiempo, como lo es aferrarte a alguien tóxico que te amarga la vida y te infesta el pensamiento. Hay mucha gente buena por el mundo, búscala, que la mala por lo que veo te busca a ti cada vez que doblas una esquina en el pueblo. Yo a esa gente nunca la encuentro. De lejos no la veo porque a mi edad ya se pierde vista. Y de cerca tampoco la veo nunca. Debe ser que nuestras miradas no coinciden y por tanto no se encuentran. Es fácil, inténtalo y si eso ya me lo vas contando. A no ser que pienses que es la mía una de esas miradas torcidas que se fijan en tu espalda como un dardo envenenado. Si es así, también dímelo, que igual estamos creando un mal rollo donde sólo hay cierta presbicia por culpa de los años.
En cuanto a lo del miedo, aumenta todavía más mi perplejidad. No acostumbro a hablar de ciertas cosas nada más que con la familia, pero sí te puedo decir que he peleado en trincheras más peligrosas, en trincheras que las amenazas no eran precisamente miradas mezquinas. Y ahí he seguido, con la vista y los cinco sentidos centrados en estar por encima de la línea de tiro.

Pero cuando salgo de la trinchera, no hago muescas en el fusil ni me entretengo en mantenerme en el ojo del huracán. Busco caminos más fáciles y atractivos para olvidarme de penalidades y rencores tan burdos como gratuitos. Dejo atrás unas cosas para preocuparme de las otras que me llenan mucho y me satisfacen más.
Espero que cuando leas esto, si lo lees, seas capaz de entenderlo y mirar al frente. No te gires porque puede ser que descubras de nuevo a tu espalda miradas de odio. Puedes estar seguro que nunca será la mía, ni la del Baraka claro, que para eso lo has puesto en un altar. ... (ver texto completo)
Era la primera noche de invierno después de un eterno verano. Y en Blacos el frío nocturno actúa siempre como cortina contra el ruido y de abrigo donde se refugia la alegría. Enfrente de la ventana de la Luisa, una pared de adobe firmaba la edad de una casa que ha vivido muchos días de Todos los Santos y muchas noches de las Ánimas, pero entre sus adobes no se dibujaba ni un sólo rasgo de la moderna noche de Jalohuen, que no deja de ser otra costumbre americana que parece que ha mamado entre las ... (ver texto completo)
No me parece justo. Estoy un poco triste y bastante decepcionado porque creo que no me merezco este trato. Desde ayer se celebra en Madrid, organizado por telefónica, un congreso de antiguas teleoperadoras. De esas señoritas que cuando marcabas el 003 te respondían con una voz impersonal pero cálida, sedosa y amable y te decían el número de teléfono que pedías. Pero entre esas amables señoritas, seguro que hay algún señorito, que puede que no tenga la voz igual de amable, pero sí igual de impersonal ... (ver texto completo)
A UN MOLINERO

Me gustaba especialmente su camino alfombrado y verde, siempre protegido y abrigado por un techo de ramaje y flores que proporcionaba sombra fresca en verano, y abrigaba del viento y de la lluvia en invierno. Completaba el cuadro una alfombra de huertos fértiles y abundantes y los sonidos de un río frío y productivo. Era un sendero corto pero intenso hasta llegar a las puertas del molino. En su interior se descubría un mundo febril, un angosto centro de producción de energía y de ... (ver texto completo)
A mí de la ermita me gustaba todo, aunque siempre visto desde un prisma alejado de la fe. Me gustaba la luz especial que siempre había en su interior, y que se puede apreciar perfectamente en la fotografía. Una luz brillante, esplendorosa, que surgía al pasar por el tamiz de la vidriera del altar. Es como una luz de vida, de optimismo, que destaca todavía más si la comparamos con los flancos lóbregos y apagados. Esta es una luz secundaria, tímida, como encogida en sí misma para evitar restar protagonismo ... (ver texto completo)
Hay veces que para entrar en esta página hay que hacer un importante ejercicio de voluntad. Es algo así como un “deja vu”, que en castellano viene a significar,"algo ya visto". La página por desgracia no tiene demasiado margen para la sorpresa porque sabes perfectamente con lo que te vas a encontrar, y que es casi siempre lo mismo que ayer, lo mismo que la semana pasada y con un poco de mala suerte lo mismo que ya habías leído el mes pasado. Y para evitar los comentarios enrevesados de los maledicentes, diré que esto no es una crítica. Es simplemente la realidad, que se puede comprobar entrando y leyendo un rato. Pero hay otras veces, pocas, que ¡0h!, salta la sorpresa y descubres algo distinto. Yo no me atrevería a decir que algo inédito porque google es un arma infalible para descubrir plagios o estilos más o menos sospechosos. Pero entonces se puede hacer un pequeño esfuerzo suplementario e ir más allá. No leer de manera literal lo que se escribe, sino buscar mensajes escondidos entre líneas, reproches encubiertos entre letras inocuas, e incluso odios soterrados bajo la armonía de frases bien copiadas, quiero decir bien construidas. Y yo esto lo hago después de rendirme a la evidencia de que nunca sabré quien es el autor de esos mensajes. Pero detrás de muchos de ellos, con la misma firma, se puede descubrir un mundo tormentoso de relaciones viciadas por la cercanía, de tormentosas preocupaciones por los encuentros a la vuelta de la esquina. o por definiciones abruptas que siempre deben tener un sujeto. Cuando alguien lanza un dardo no lo suele hacer al aire. Aunque sea de forma imaginaria, estoy seguro que los dirige hacia una diana que tiene una cara dibujada en el centro y en la que intenta fijar su puntería para dañarla o destrozarla. Dando por hecho que ni sé, ni me importa, de quien es la mano que lanza la flecha, me esfuerzo en descubrir los perfiles del sujeto al que va dirigida. Se puede llegar fácil a la conclusión de que es a más de uno, pero todo ello siempre en la nebulosa del abstracto, porque ya se encarga de evitar cualquier pista que lo delate. Entonces llegas a la conclusión de que es un enfrentamiento personal, y que el autor del lanzamiento de ese dardo envenenado es el único, o la única, que tiene muy claro su objetivo. También se puede llegar a pensar que el de la diana, también puede saber que es a él a quien se dirige el dardo. Aunque si es así, o no se da por aludido, o no se ha enterado que tiene enfrente una mano armada con la flecha que busca su cuerpo. Vale, ¿y entonces de que sirve? Se establece una batalla, se libra a campo abierto, a la vista de todos los que nos acercamos hasta aquí, pero nos obliga a mantenernos a tanta distancia que nos impide descubrir quienes son los contendientes. Vale ¿y entonces para qué? No tiene ningún sentido que nos haga partícipes de sus afrentas y de sus enemigos si nos oculta los nombres de esos enemigos y se aleja de cualquier posibilidad de que descubramos el motivo de la batalla. Y lo que sí consigue es que se disparen las elucubraciones y se acabe creando un mal clima que puede empujar a que alguien pueda tomar partido por alguno de los contendientes, aunque deberá dejarse llevar por impresiones y nuca por certezas.
Puede estar bien que esa guerra virtual se desarrolle en este foro, porque le da cierta animación, la envuelve en un cierto misterio y a algunos nos sirve para escribir cuando las musas deciden tomarse unas vacaciones. Vale ¿pero que sentido tiene? Si quien lanza el dardo quiere hacer aliados debería concretar más sus objetivos y si lo que quiere es que el dardeado tenga más enemigos también debería esforzarse en aclarar más cuales con los motivos de su rencor y de su odio. Porque si algo parece claro es que en esta batalla no existe el propósito de hacer prisioneros.
Así las cosas, la sensación es que asistimos a una especia de partido de fútbol en el que a los jugadores se les ha borrado el nombre, se les ha quitado la cara y cualquier signo que los identifique. Hombre, si el partido lo quieres jugar en nuestro campo debes darnos pistas de cual es el equipo local y cual el visitante para poder decidir a quien animamos. Si no lo que pueda pasar es que los espectadores acaben invadiendo el cesped para que el partido se juegue en otro campo. O para que se dispute a puerta cerrada, que también puede ser. ... (ver texto completo)
Unos ya no están para recordarlo, otros apenas si se acuerdan y la mayoría ni siquiera lo vivió. Pero hubo unos años, muchos años, que la única fiesta de verano en Blacos se celebraba los días 8 y 9 de septiembre. Siempre era esos días porque entonces no había nacido la moda de cambiarlos o desplazarlos al fin de semana más cercano. Después de muchos días de trabajo de sol a sol, la fiesta llegaba cuando la faena ya estaba hecha y el trigo en el granero. Los expertos dirían que se celebraban en el ... (ver texto completo)
Hay una frase que a me gusta mucho que dice: La vida no es otra cosa que tomar decisiones. Y es verdad hasta en los más pequeños detalles, como puede ser el de sentarse frente al ordenador y escribir un mensaje en este blog. Decides el tema, decides las palabras con las que tratas de explicar ese tema y decides a quien diriges ese mensaje. Pero de repente descubres que la ecuación falla, y que no todo son tomar decisiones. Te das cuenta que tú no puedes decidir en ningún caso las repercusiones que ... (ver texto completo)
El otro día me pasó una cosa muy curiosa. Llevaba casi dos horas en bicicleta e iba por un camino pedregoso y polvoriento. Hacía un calor de justicia y no se movía ni una brizna de aire. De repente se levantó el viento y se creó un pequeño tornado. El embudo de polvo hacía bastante ruido y del susto estuve a punto de caerme. Y, una vez más me recordó a Blacos aunque no sé si podré explicar muy bien por qué. Pensé en esas tardes lánguidas de agosto, con sus gentes a la sombra de la siesta, con el ... (ver texto completo)
Hay una canción que dice algo así como " Qué corto es el amor y que largo es el olvido". Y aunque no sé muy bien porqué, siempre me recuerda a los veranos de Blacos. Se podría traducir la letra por " Que corto es el verano y que largo el regreso". Pero probablemente este año se podrían añadir un sinfín de sensaciones nuevas y, a mi parecer, agradables y positivas casi todas o todas. Nada más llegar nos dimos de frente con la fiesta, más madrugadora que de costumbre, como si tuviera necesidad de satisfacer ... (ver texto completo)
Siempre me han fascinado los pozos de agua. Puede que tenga mucho que ver con el hecho de vivir pegado a uno durante los primeros años de mi vida. Nuestro vergel particular estaba en el huerto del pozo, lo que significa entre otras cosas que nadie hizo un gran esfuerzo de imaginación para denominar esa huerta del camino de la Mercadera, que ahora es una selva desmadrada y por la que no se puede transitar. La huerta no me decía nada, pero el pozo sí. Y pensando sobre el tema, he llegado a la conclusión ... (ver texto completo)