A principios de la década de los 70 del pasado siglo el cura Manolo de Errenteria organizaba unos campamentos de verano para chavales de Guipuzkoa que se alojaban en una casona que hay frente a la iglesia. El pantano, el Rio Salado y la amabilidad de los de Muzki hacían de aquellas vacaciones unos días inolvidables. Tan inolvidables que ahora los recuerdo yo.