Amando de Miguel: «El español es poco Don Quijote y mucho Sancho Panza»
EFE
El ensayista y sociólogo Amando de Miguel hace una radiografía del carácter de los españoles a través del refranero en su último libro, 'El espíritu de Sancho Panza', una obra cuyo título anuncia ya la tesis principal del autor: "el español es poco Don Quijote y muy Sancho Panza". Sancho se identifica "con el verdadero ser de los españoles. Don Quijote representa más una figura nórdica, erasmista, y Sancho Panza, una católica tradicional, más parecida a nosotros", afirma De Miguel, catedrático de Sociología de la Complutense.
A lo largo de su ensayo, publicado recientemente por Espasa, el autor despliega y explica con ejemplos siete elementos que definen al español visto desde el refranero: "pesimismo", "fatalismo", "individualismo", "resentimiento", "cautela", "simulación" y "conformismo". Cada uno de ellos, señala el sociólogo, se deriva del anterior en una secuencia que concluye en el "conformismo" como una salida "sabia y lógica", virtud de un pueblo que sabe lo que es pasar hambre. El sentido negativo de estas características tiene una razón metodológica, ya que "a través de lo negativo se hace mejor el análisis, lo que no quiere decir que el español sea sólo envidioso o pesimista", añade.
El refrán es "filosofía de urgencia" que predica el sentido común, una especie de "mandamiento al revés" porque, advierte Amando De Miguel, "el refranero es laico", aunque hunda sus raíces en la Biblia. La gran ventaja de estas sentencias es su anonimato, que permite la sinceridad y la crítica social para "decir lo que te dé la gana de forma irresponsable". De este modo, los juicios que se emiten pueden teñirse de resentimiento a veces: "En España, pasa por tonto el que no apaña", dice un refrán; o en otras de fina ironía fatalista: "También la gracia de Dios hace daño".
Además, los refranes son "machistas", ya que reflejan una sociedad tradicional y "normalmente están acuñados por los varones". "La mujer, la pata quebrada y en casa" o "Si la mujer fuera buena, también Dios tendría una", son algunos de los más clásicos del género. Pero los hay que unen la crueldad al dicho, como "No hay mejor cuchillada que a la mujer y al fraile dada" o "Espuela quiere el bueno y mal caballo; y la mujer mala o buena, palo".
Una España campesina
Sin embargo, el refranero no representa el pensamiento de la sociedad actual, sino el de "la España de donde venimos", una España campesina que a veces se muestra hiriente, como "condensación de la experiencia de generaciones anteriores". Hoy por hoy, y a pesar de los grandes cambios y de la evolución que ha experimentado el país, los españoles siguen "llevando a ese campesino dentro", para el que estos dichos constituyen un "excelente lubricante de la conversación, porque siempre es fácil estar de acuerdo con ellos".
En el espejo de los refranes se miran todos los españoles sin excepción, aunque, según sostiene el autor de 'El espíritu de Sancho Panza', es la manera de ser de los andaluces la que mejor se puede identificar con ellos. El idioma español es más "fuerte" que otras lenguas peninsulares para enunciar estas sentencias porque a la influencia latina une la árabe. "Y eso a pesar de que el gallego y el catalán tienen muchos refranes también, que además son prácticamente intercambiables con los castellanos".
La vigencia de estas frases rotundas y tradicionales es hoy patrimonio de personas cultas, porque para utilizarlos, opina el autor, "no sólo hay que saber ponerlos en la conversación en el momento preciso, sino que también hay que tener cultura". Amando de Miguel, que reconoce haberse divertido mucho escribiendo este libro, mantiene que ahora se crean muy pocos nuevos refranes. En su opinión, "quizás sean los eslóganes comerciales, que van quedando como frases hechas, los refranes del momento, aunque hablen en favor de una determinada marca, lo que les convierte en algo poco generalizable."
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