EL ROSNIDO DE PALOMA
Recuerdo el ligero paso llegando a la loma
que da vista, y de Acevedo, la
Iglesia asoma,
cerca de
casa estaba y varias veces, ganaba
una, dos, tres y hasta cuatro veces, la cebada.
¡Qué contenta caminaba! al terminar la jornada
soñando en descansar, tiesas orejas mostraba
dedicándole a su dueño, una graciosa rosnada.
¡Más otra vez! y ese día. albardada te tenía.
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