Desde entonces me he aficionado a los
inviernos porque siento que son de verdad, no como el
verano, que pasa volando y parece divertido y coqueto, pero no lo es, porque el sol siempre está apurado y deja a todos con las ganas. El
invierno no pretende consolar pero, a fin de cuentas, yo siento que consuela porque una se hace un ovillo sobre si misma y se protege y observa y reflexiona y creo que solo en esta
estación se puede pensar de verdad