Las empresas mineras hacen cálculos para adaptar la realidad de sus explotaciones a unas exigencias del Gobierno que pueden ser viables a medio plazo, pero que de golpe ponen en peligro el presente de las sociedades.
Ya no hay que esperar a ver lo que pasa. Lo que pasa es que se acabaron las ayudas», explica un empresario. Y que el escenario de fin de la minería del carbón tal y como se concebía hasta ahora se ha adelantado cinco años. Y que el Gobierno se niega a dar un euro más a quienes no sean capaces de competir por sí solos en el futuro. Y que en el actual escenario económico tampoco quiere permitirse ayudas al cierre. Lo que pasa, en definitiva, es que las empresas y sus trabajadores acaban de darse de bruces con una realidad no esperada. Al menos no esperada ahora.
¿Cuál es el escenario de futuro? Hay que dibujarlo a muy corto plazo. El Gobierno no sólo cierra el grifo del dinero sino que impone nuevas condiciones sobre el origen del carbón que va a incentivar en los dos últimos años de regulación. Y lo hace exigiendo un mapa de explotaciones que puede llegar a ser factible a medio plazo en la provincia, pero que a día de hoy supone una vuelta de tuerca más en la ya insostenible realidad de las empresas del sector.
Quizá en el futuro la apuesta del PP por los cielos abiertos sea una realidad sostenible y competitiva en León. Quizá esta apuesta favorezca incluso el plan de cielos abiertos de Babia y Laciana trabado en Bruselas. Pero ahora la realidad es que las empresas asientan sus cuentas fundamentalmente sobre sus explotaciones subterráneas. Porque hay reservas, y porque buena parte de ellas puede, con los ajustes necesarios (sobre todo de personal y costes), ser competitivas en breve. Para eso necesitan sacar y vender su carbón de interior, y con esa facturación devolver las elevadísimas inversiones que han realizado en los últimos años anticipando un escenario en nada parecido al que se les impone hoy. Si el Gobierno se empeña en mantener el desplome de la producción de interior que planteó hace pocos días, condenará al cierre a una parte importante de las compañías que pueden, si se les dan los tiempos y las herramientas, navegar con buen rumbo en el mercado energético que viene.
Dentro de este panorama de problemática común, el análisis de las empresas una por una pone en evidencia particularidades que hacen que afronten el futuro inmediato de forma muy distinta.
El mayor grupo minero privado del país, el Grupo Alonso, dejó de confiar en realidad en los compromisos que se suponían adquiridos hace aproximadamente un año. Y comenzó a marcar el camino de lo que podía medir con sus propias fuerzas. Con su siempre cuestionada forma de hacer, y endureciendo sus posturas a medida que se oscurece el panorama del sector con nuevas decisiones (de momento ninguna favorable o esperanzadora), pero con la vista puesta en un plan de viabilidad que le permita salir adelante con sus propios recursos.
En los últimos meses Unión Minera del Norte (Uminsa) ha cerrado la mina de interior que explotaba en Guardo, y la explotación de Santa Cruz del Sil, mientras tiene pendiente el mantenimiento de la mina de Salgueiro (donde recolocaría a parte de la plantilla de Santa Cruz si llega a un acuerdo salarial), a la que considera rentable con las condiciones laborales que exige. Cerradas están también las minas de Sorbeda y San Miguel, de interior, y la de Monasterio en Narcea (Asturias), donde mantiene una de sus explotaciones más importantes. También en el Principado explota Rodical y Pilotuerto en Tineo, esta última una de las más modernas y mecanizadas del sector.
En cielo abierto, Uminsa mantiene el de Palencia, el de Tormaleo en Asturias y sobre todo la Gran Corta de Fabero, cuya producción ronda el 70% del total de las ventas de la empresa y es uno de los grandes activos del grupo.
La otra compañía que gestiona Alonso, Coto Minero Cantábrico, cerró recientemente su último pozo de interior en León, el de Calderón en Villablino. Y mantiene los de Cerredo, en Asturias, que constituyen la gran apuesta de interior (junto con Pilotuerto) del empresario leonés. Sobre la explotación que denomina Cantábrico pesa actualmente un ERE, que se traducirá en prescindir de los picadores de interior, para dejar sólo en explotación la parte mecanizada con automarchantes, el Coto Cerredo, de donde extrae casi la mitad de la producción de CMC.
Por lo que se refiere a los cielos abiertos, al margen del asturiano de Cerredo explota en León la hoy paralizada mina de Nueva Julia, así como Fonfría, que avanza a pasos agigantados los planes de restauración que finalmente recibieron el visto bueno de Bruselas.
Una enorme obra de recuperación ambiental de la zona donde se explotó el carbón, que comenzó el pasado mes de octubre y que tiene un plazo desde entonces de 18 meses para ejecutarse en su totalidad. La restitución topográfica del terreno exige mover un millón de metros cúbicos de relleno al mes, para cubrir un hueco gigantesco de unos 13 millones de metros cúbicos. En la actualidad se está abriendo un hueco de unos ocho millones de metros cúbicos con el que se cubrirá el anterior, y después se abrirá otro más pequeño que permitirá culminar la restauración, con las cubiertas de tierra vegetal, plantaciones, etc.
También está pendiente el final de la restauración del Feixolín, que se culminará esta primavera, según las previsiones.
El futuro del Grupo Alonso en lo que a minería a cielo abierto se refiere está a expensas de lo que la Unión Europea determine finalmente sobre los argumentos de rentabilidad económica y social del plan de explotaciones que ha tenido que ser modificado por la Junta de Castilla y León, después de que Bruselas rechazara el primer planteamiento por considerar que no se valoraban de forma adecuada los efectos acumulativos de las minas sobre los espacios medioambientalmente protegidos de la zona.
En cualquier caso, el hecho de que el Gobierno apueste decididamente por los cielos abiertos como la fórmula más rentable de explotación del carbón, según ha dejado de manifiesto en su primera decisión sobre el sector el nuevo secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, puede suponer un punto a favor para que salga adelante la planificación de cortas que en su día realizó Victorino Alonso.
Un futuro que pasaría por apostar por la minería en la provincia, ya que su esfuerzo en carbón subterráneo se concentra en Asturias, donde la posibilidad de explotar más cielos abiertos es prácticamente nula.
Y que supone también planificar las explotaciones directamente en el mercado energético libre. El plan de cielos abiertos plantea una planificación hasta el 2022, con lo que la Comisión Europea ha exigido ya que los cálculos empresariales se realicen directamente sobre explotaciones que no cuenten con ayudas públicas. Al menos en los términos actualmente en vigor.
El empresario cuenta también con dos cielos abiertos en Palencia, a los que en breve se sumará otro, que dispone ya de la autorización administrativa y ultima sus licencias.
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