CRÓNICAS DE UN
PUEBLO
Cuando empezábamos a salir de
fiesta los domingos, lo menos el noventa por ciento de nosotros no lo hacíamos, ni por amor ni por sexo, lo hacíamos por gastar, en vino o en algún cubata, los cuarenta duros que nos daban de propina. Antes de ponernos a hacer dedo ocupando toda la cuneta que va desde el empalme hasta la caseta de Laureano, para ver si alguien nos llevaba a
Toro, echábamos primero unas manos al julepe o la negra, por si, con una buena tarde, le rimplabas el dinero
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