Fue un hombre de una afición a la ciencia fuera de lo común. Lástima que su falta de formación (por falta de oportunidades) lastrase su imaginación y frustrase las grandes capacidades que, con seguridad, en potencia poseía. En cualquier caso, su pasión por las cosas científicas lo preservó, o contribuyó a preservarlo -estoy convencido de ello- de las miserias a las que en forma de egocentrismo, de ambición y de codicia, tan propensos somos los seres humanos.
Vaya desde aquí un emocionado recuerdo para él. ... (ver texto completo)
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